Cuando hablamos del TDAH, o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, muchos imaginan a un niño inquieto, incapaz de estarse quieto en clase. Pero la realidad es mucho más compleja, profunda y, sobre todo, humana. Desde mi consulta como psicólogo especializado en terapia cognitivo conductual, he acompañado a muchas personas —niños, adolescentes y adultos— a entender y manejar este diagnóstico.
El TDAH no es una moda ni una etiqueta fácil. Es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la atención, el control de impulsos y la autorregulación emocional, y su impacto puede ser devastador si no se detecta ni trata adecuadamente.
Índice
Definición clara y actualizada del TDAH
El TDAH es un trastorno que suele aparecer en la infancia, aunque muchas veces no se detecta hasta la adolescencia o incluso en la edad adulta. Afecta las funciones ejecutivas del cerebro, es decir, aquellos procesos que usamos para planificar, organizar, concentrarnos, regular emociones y comportamientos.
Existen tres tipos principales de TDAH:
- Predominantemente inatento (antes conocido como ADD).
- Predominantemente hiperactivo-impulsivo.
- Combinado, que incluye síntomas de ambos.
Esto no se trata de una simple “falta de ganas” o de “niños maleducados”, sino de un funcionamiento cerebral distinto. Desde la mirada clínica, estas personas presentan una inmadurez funcional en la corteza prefrontal, responsable de la atención sostenida, la inhibición y la regulación de la conducta.
Cómo se presenta en la vida real: el caso de Lucas
Uno de los primeros casos que más me marcó fue el de Lucas, un adolescente de 15 años que vino a consulta con su madre. Ella estaba emocionalmente agotada, convencida de que su hijo simplemente “no ponía de su parte”. Lucas apenas hablaba, pero no dejaba de moverse: piernas inquietas, manos nerviosas, mirada dispersa.
Explorando su historia clínica y escolar, el patrón era claro: inatención persistente, impulsividad que lo metía en problemas, y una hiperactividad malinterpretada como mala conducta. Había fracaso escolar, baja autoestima y una sensación constante de “no encajo”. Su madre, llena de amor y frustración, me decía: “Es muy inteligente, pero no logra concentrarse más de cinco minutos.”
Ese día, no solo tratamos de entender a Lucas, sino de desmontar los prejuicios que lo rodeaban.
Síntomas principales del TDAH
Las manifestaciones pueden variar, pero en general incluyen:
- Dificultad para mantener la atención sostenida.
- Impulsividad (responder sin pensar, interrumpir, dificultad para esperar turnos).
- Hiperactividad motora o mental.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Problemas en el rendimiento académico o laboral.
- Desorganización y olvido frecuente.
Es habitual que estos síntomas se presenten desde la infancia, pero si no se identifican correctamente, el impacto puede arrastrarse durante años, afectando relaciones, autoestima y proyectos de vida.
Causas y factores que influyen en el TDAH
El TDAH tiene un fuerte componente neurobiológico y genético. No es resultado de una mala crianza o de exceso de pantallas. Entre los factores asociados encontramos:
- Herencia genética (muy frecuente en familias).
- Alteraciones en el desarrollo cerebral, especialmente en la corteza prefrontal.
- Exposición prenatal a sustancias (alcohol, tabaco, plomo).
- Partos prematuros o bajo peso al nacer.
En el caso de Lucas, detectamos señales claras de inmadurez funcional en su corteza prefrontal, algo habitual en adolescentes con TDAH. Comprender esto cambió la mirada de su familia: pasaron de la culpa al entendimiento.
El diagnóstico: cuándo y cómo hacerlo
Uno de los errores más comunes es diagnosticar por intuición o por etiquetas. El diagnóstico del TDAH debe ser riguroso, multidisciplinar, e incluir:
- Evaluación clínica por un psicólogo especializado.
- Aplicación de test neuropsicológicos.
- Entrevistas con familiares y profesores.
- Observación directa del comportamiento.
- Derivación médica si se considera tratamiento farmacológico.
En muchos casos como el de Lucas, el diagnóstico llega tarde, a veces en la universidad o en la vida adulta, cuando ya hay heridas emocionales acumuladas. De ahí la importancia de una detección temprana y un abordaje empático y personalizado.
Tratamiento integral: más allá de las pastillas
Una intervención eficaz combina diversas estrategias. En mi consulta, trabajo desde un enfoque multifactorial, que incluye:
🔹 Estrategias en consulta psicológica:
- Psicoeducación desde el día uno. Explicar qué es el TDAH, cómo funciona el cerebro, y usar analogías visuales: “es como un coche con motor potente, pero frenos débiles.”
- Entrenamiento en funciones ejecutivas:
- Organización del tiempo (agendas, recordatorios).
- Inicio de tareas (técnica de los 5 minutos).
- Control de impulsos (pausas, respiración, autoinstrucciones).
- Flexibilidad cognitiva (reformular pensamientos).
- Técnicas conductuales:
- Refuerzos positivos específicos.
- Contratos conductuales.
- Autoregistros para detectar patrones.
- Terapia centrada en autoestima y autoeficacia: desmontar etiquetas como “vago” o “problemático”.
- Trabajo en regulación emocional: mindfulness, validación emocional, tolerancia a la frustración.
🏠 Estrategias prácticas para casa:
- Rutinas predecibles y estables.
- Instrucciones claras y específicas.
- Ambientes físicos controlados para evitar distractores.
- Reforzar el esfuerzo, no solo el resultado.
- Uso de señales no verbales para redirigir conductas.
Más allá de las técnicas, lo más importante fue ayudarle a Lucas a recuperar su autoestima. Hacerle ver que su valor no está determinado por sus calificaciones ni por su capacidad para quedarse quieto.
Mitos frecuentes sobre el TDAH
Es importante despejar ideas erróneas que aún circulan:
- ❌ “Es una excusa para portarse mal.”
- ❌ “El TDAH se cura solo al crecer.”
- ❌ “Solo les pasa a los niños.”
- ❌ “Es culpa de los padres.”
- ❌ “La medicación es lo único que funciona.”
Nada de esto es cierto. El TDAH no se cura, pero se gestiona con herramientas, acompañamiento y comprensión. Y sí, también afecta a adultos.
Cuando se hace bien… los resultados son transformadores
Desde mi experiencia, el TDAH no es un límite, pero sí un desafío. Y como todo desafío, requiere guía, compromiso y mucha empatía. Lo he visto decenas de veces:
- Chicos que vuelven a confiar en sí mismos.
- Padres que dejan de culpabilizarse.
- Escuelas que comienzan a adaptarse en lugar de castigar.
💥 El TDAH, cuando se aborda con sensibilidad y conocimiento, deja de ser un obstáculo y se convierte en un punto de partida.
Si tú o alguien cercano está atravesando esta situación, te recomiendo agendar una primera sesión gratuita en Psicología Online Avanzada. Te ayudaremos a entender qué está pasando y cómo actuar desde el primer día. 👉 Haz clic aquí para registrarte
Otros posts recomendados: