Puntos clave
- La investigación sugiere que la formación de hábitos fue evolutivamente beneficiosa para los seres humanos.
- Un nuevo estudio sugiere que con frecuencia dejamos de lado la fuerza de los hábitos a la hora de influir en nuestro comportamiento.
- Una vez formados los hábitos, pueden constituir una parte importante de lo que somos.
Con frecuencia se dice que los seres humanos son criaturas de hábitos. Desarrollamos rutinas y repetimos comportamientos, tanto si son saludables para nosotros como si no. A pesar de que pueden ayudarnos a pasar el día, los hábitos también llegan a ser destructivos y, una vez formados, son increíblemente difíciles de romper.
Si los hábitos son tan poderosos, ¿qué influencia pueden tener en nuestra forma de actuar? Una nueva investigación sugiere que con demasiada frecuencia subestimamos el papel que desempeñan los hábitos en nuestro comportamiento.
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La investigación
La investigación sobre el comportamiento caracteriza un hábito como una acción eficaz, no intencionada, incontrolable y de la que no somos plenamente conscientes.
La cantidad de tiempo que cuesta formar un hábito es un tema muy debatido. Hay investigaciones que afirman que un hábito se forma en cuatro semanas, pero otras sostienen que puede llevar mucho más tiempo.
Un nuevo estudio aborda los efectos de los estados internos, como el estado de ánimo, en el comportamiento mediante la evaluación de las atribuciones de los participantes para ese comportamiento. Los investigadores realizaron dos estudios para comprender mejor el concepto.
Primer estudio
En un estudio, se pidió a los participantes que recordaran un acontecimiento feliz, triste o neutro antes de completar una tarea sencilla y no relacionada que consistía en entrenar un hábito fuerte o débil de pulsar ciertas teclas del ordenador.
Después de la parte de entrenamiento, se pidió a los participantes que indicaran, pulsando una de esas teclas del ordenador, si dedicarían más tiempo al estudio.
Si bien los participantes que estaban fuertemente entrenados para pulsar una determinada tecla eran más propensos a responder a la pregunta pulsando esa misma tecla, cuando la pregunta se refería a su elección, los participantes eran más propensos a atribuir su comportamiento a los estados internos que a los hábitos, aun cuando ese comportamiento era impulsado por el hábito.
Segundo estudio
En un segundo estudio, los investigadores invitaron a los participantes a hacer un seguimiento de sus hábitos de consumo de café durante un periodo de 5 días.
Se pidió a los participantes que informaran sobre los niveles de fatiga y la fuerza de su hábito de consumo de café. Los resultados mostraron que los participantes “calibraban mal estas influencias conductuales” al atribuir su consumo de café a la fatiga en lugar de al hábito, a pesar de que los niveles de fatiga informados se mantuvieron en gran medida iguales.
En estos dos estudios, los participantes infravaloraron el hábito y sobrevaloraron estados internos como el estado de ánimo y el cansancio.
Conclusiones de los estudios
La psicóloga clínica Debra Kawahara, PsyD, señala que, al igual que este estudio, las investigaciones anteriores también han descubierto que las personas tendemos a creer que el estado de ánimo y las emociones desempeñan un papel más importante en nuestro comportamiento que los hábitos que adquirimos con el tiempo.
“Las personas normalmente queremos pensar que nuestra capacidad de autodeterminación y autorregulación es mejor y más fuerte de lo que realmente es”.
– Debra Kawahara, PSYD
“Queremos creer que somos los que tomamos las decisiones de nuestro comportamiento, y que nuestras conductas no son automáticas e involuntarias”, explica Kawahara.
Como los hábitos son tan naturales, es probable que no reconozcamos las acciones habituales que componen nuestro día a día. Con el tiempo, se convierten en una parte importante de lo que somos.
“Una vez que se forma el bucle del hábito, la parte del cerebro que necesitamos para concentrarnos en el comportamiento o la actividad ya no es necesaria y se libera para que nuestro cerebro pueda concentrarse en otras actividades o comportamientos”, dice Kawahara.
Cómo formamos nuevos hábitos
La consejera profesional Taish Malone, PhD, LPC, dice que las emociones, los patrones y los recuerdos contribuyen a los fundamentos del hábito. Una fuerte conexión es forjada cuando experimentamos una recompensa o un resultado favorable cada vez que realizamos una acción, y las emociones sentidas con respecto a esa recompensa son almacenadas como recuerdos.
“Hasta cuando la acción no produce la recompensa que antes sí producía, nuestro recuerdo del patrón de experiencia sugiere que sigue siendo probable que esa recompensa ocurra”, dice Malone. “Tu memoria y tus sentimientos se invierten en practicar el hábito igualmente con la esperanza de volver a recibir una recompensa, así que ahora tenemos un patrón más arraigado“.
Por tanto, es obvio que, para formar un nuevo hábito, introducir un sistema de recompensas facilitará el proceso.
“Si la práctica y los incentivos son el pegamento que solidifica la fuerza de un hábito, una forma segura de formar un hábito positivo es trabajar hacia atrás”.
– Taish Malone, PHD, LPC
Sugiere que primero identifiquemos una recompensa, un objetivo o un incentivo, y que después practiquemos de forma constante el comportamiento que dará lugar a ese incentivo. Por ejemplo, si quieres hacer más ejercicio, pero te da pavor pensar en salir a correr, identifica un premio o lugar que puedas incorporar al final de esa carrera.
O, si haces ejercicio en casa, elegir un programa que te guste mucho y permitirte ver sólo los episodios mientras haces ejercicio puede ser la motivación que necesitas para convertir el ejercicio en una parte habitual de tu semana.
¿Qué significa para ti?
“Podemos dejarnos influir por las acciones favorables y seguir la secuencia para desarrollar naturalmente hábitos positivos o podemos utilizar las propiedades de la neuroplasticidad para recablear intencionadamente el propio cerebro para crear los resultados deseados”, afirma Malone.
“Recablear el cerebro” puede parecer un asunto serio, pero los seres humanos somos criaturas muy adaptables. Tanto si estamos tratando de iniciar un hábito saludable como de abandonar uno poco saludable, es recomendable recompensarnos.
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Cuando pensamos de forma más crítica en nuestro propio comportamiento, es importante considerar qué acciones se han convertido en un hábito en lugar de atribuirlas a estados emocionales.
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