Jota: Buenos días a todos. Un día más aquí para hablar de salud mental y de nuevo estamos con nuestra queridísima amiga Paula Massa, que como todos sabéis, es Psicóloga Experta en Terapia Online, con 20 años de experiencia haciendo terapia, más de siete años haciendo terapia online y además es supervisora de casos y apoyo del equipo de Psicología Online Avanzada. Muy buenos días, Paula. ¿Cómo estás?
Paula: Buenos días, Jota, estupendamente. ¿Y tú cómo estás?
Jota: Genial, genial. Estoy muy optimista hoy, con muchas ganas de empezar el día y a tope con el tema que vamos a hablar hoy, que es esto sobre el optimismo, el pesimismo y que nos cuentes un poquito qué es esto y por qué somos así o por qué no lo somos y demás.
Paula: Exacto. Vamos a hablar sobre el optimismo y en contra sobre el pesimismo, efectivamente. ¿Empezamos ya por explicarlo?
¿Qué es el optimismo y el pesimismo?
Jota: Yo creo que sí. Yo creo que lo mejor es que nos comentes qué es y cómo influye esto en nuestra vida, aunque bueno, si quieres lo vamos comentando poco a poco.
Paula: Sí, bueno, el optimismo y el pesimismo podríamos considerarlo en un principio como rasgos de nuestra personalidad. Hay personas que son más tendentes a pensar de manera positiva aquello que les sucede y hay otras personas que, sin embargo tienden más a pensarlo de manera negativa. Nuestro cerebro además también le encanta anticipar y le encanta hacer previsiones y premoniciones. Cuando algo va a suceder con respecto a un futuro, aquí también se proyectan las personas optimistas y pesimistas. Las personas pesimistas son aquellas que piensan que va a salir mal aquello que va a suceder y las personas optimistas son las personas que, sin embargo, creen que saldría bien. Ambas tienen sus inconvenientes. No vamos a entrar en la tiranía del optimismo, que muchas veces, durante muchos años, nuestra sociedad ha vivido un poco bajo esa tiranía. Parecía que debíamos de estar felices por todo, sonreír por todo y ser optimistas por todo, para todo, como si incluso las cosas malas no las pudieramos sentir y no las pudiéramos sentir y no las pudiéramos, por tanto, expresar. Sin embargo, ya por fin estamos saliendo un poco de esa tiranía y, como te decía, la razón por la que te comentaba esto es porque ambas vertientes, tanto la optimista como la pesimista, tienen su parte mala.
Optimismo realista
Jota: Con esto que me estás comentando, se me viene una idea a la cabeza y es el optimista, que le pueden suceder cosas malas y sentirlas y estar afectado, sin embargo, puede verlo de otra manera y decir: ‘Sé que estoy pasándolo mal, sé que tengo un problema, pero sé que voy a salir de esto y que voy a estar bien.’
Paula: Ese sería el optimista realista. Ese es el optimista más sano, efectivamente. Es el que se recomienda dentro del rasgo de personalidad del optimismo, tratar de trabajar y tratar de conseguir, porque la persona optimista, precisamente su parte mala, es la del entrar en un optimismo ñoño, en un optimismo absurdo ireal, bobo, digamos. Es ese optimismo que incluso se puede convertir casi, casi en una droga que nos duerme, que nos adormece y que no nos permite ver cuáles son los problemas ante los que debemos de reaccionar y poderlos solucionar por tanto, lo cual nos impediría solucionar nuestros problemas y estaríamos siempre cargando con ellos. Entonces, no caer en esa parte del optimismo ñoño o bobo, sino quedarnos en el optimista que tú muy bien has descrito.
Jota: Genial.
Paula: El que sabe salir y resurgir. La persona resiliente también. Acordémonos del podcast, cuando hablamos de resiliencia, pues aquí voy a hacer mucha referencia a ello.
¿Cuales son las partes positivas y negativas del optimismo y del pesimismo?
Jota: Muy bien. Y cuéntanos un poco sobre esto, las partes buenas que tiene tanto el optimista como el pesimista, si las tiene, y las partes malas para que veamos un poco, aunque ya nos has dado alguna pincelada.
Paula: Sí, especialmente la parte negativa de ser optimista es esa, la que lo lleva un extremo, la que exige. Y además, casi, casi, pues eso, llegamos a no creérnoslo, porque puede estar bajo el yugo de la tiranía, del optimismo y de la felicidad, incluso, donde no nos permite vivir nuestros procesos de una manera más correcta. Cuando algo nos sucede, si es algo negativo, debemos de sentirlo y debemos de expresarlo y nos merecemos y nos permitimos quejarnos. El llorar si hace falta para poder descargar esas emociones negativas, que aquello que nos pase nos suceda. Y a partir de ahí es cuando podemos empezar a contarnos las cosas de otra manera, desde los tres puntos básicos de la resilencia, que recuerdo, un poco haciendo referencia a aquel podcast que hicimos, no nos vamos a preguntar el por qué, nos preguntaremos el para qué, porque esto que nos está sucediendo nos aporta algo. No nos vamos a sentir víctimas, nos vamos a sentir afectados. Es decir, preferimos sentirnos guerreros, luchadores, antes que ser víctimas, que están aplacadas y que les impide la movilidad. Y nos vamos a quedar con lo que tenemos y no con lo que nos falta. Es decir, vamos a poner el foco en aquello que todavía conservamos, en aquello que preservamos y no tanto en lo que nos está faltando. Eso es lo que debe de trabajar y fomentar la persona que es optimista. La persona que es pesimista no debe de caer un poco en el vicio de sentirse más listo que los demás, porque a veces pasa y no debe de caer tampoco en esa trampa que le va a tender su cerebro, que es el de la satisfacción de cumplir, de confirmar una teoría. Porque muchas veces la persona pesimista puede llegar a comportarse, puede hacer, e incluso de manera inconsciente, que las cosas suceden tal y como él las está previendo o las está premonizando. Entonces, ese es uno de los riesgos que tienen las personas pesimistas. Y también el de no contarse realmente sus éxitos y contarse sus logros. La persona pesimista puede llegar a ser de tal forma negativa, que incluso sucediéndole algo bueno se lo esté contando mal, se lo esté contando de manera negativa. No olvidemos, perdona que te corte, Jota, ya te dejo hablar. No olvidemos que no son tantos los acontecimientos o situaciones que vivimos las que nos hacen sentir de una manera u otra, sino al final es cómo nos las contamos. La clave está en el pensamiento. Entonces, a mí me puede estar sucediendo algo buenísimo, pero igual soy tan negativa que me lo cuento de tal forma que al final me hace vivirlo como un fracaso.
¿Por qué alguna gente es optimista y otra pesimista?
Jota: Me está recordando, no sé por qué, todo esto que nos estás comentando a mi época de estudiante y a esos compañeros que después de un examen salían diciendo: ‘Qué mal me ha salido, qué mal, he suspendido, todo ha sido horrible.’ Y luego tenían una nota súper buena y todo lo contrario, el que salía diciendo Lo he bordado, todo tal. Y al revés, a lo mejor habían suspendido. Y me parece muy curioso ese ejemplo que a mí me llama la atención. Y no era puntualmente que dijeras pasaba con un examen, sino que era recurrente. Las mismas personas siempre tenían esa actitud ante las notas de un examen. ¿Por qué la gente tiene ese perfil, unos son optimistas y otros pesimistas? ¿A qué se debe ese comportamiento?
Paula: Puede ser una cuestión de aprendizaje. Muchas veces por observación, quizás lo hayamos observado en esas primeras figuras, que son tan referentes como pueden ser nuestros padres. Y a partir de ahí ya sabemos que siempre en interacción con el ambiente se va formando lo que es nuestra personalidad. Entonces, bueno, es que esta es la gran pregunta de qué se conforma nuestra personalidad, Jota. Si lo consideramos como rasgos de nuestra personalidad, el rasgo optimista o pesimista, exactamente igual que se puede construir cualquiera de los otros rasgos que compone nuestra personalidad. Yo soy muy pro del refuerzo. Si se nos ha premiado, si se nos ha reforzado el carácter, el rasgo optimista, vamos a tender a fomentar más ese optimismo hasta esas edades en las que nuestra personalidad finalmente se hace firme, que es alrededor de la adolescencia. Y al revés, si se ha castigado, pues sucede exactamente lo mismo, es algo que tiende a extinguirse. Pero siempre habrá algo, pues me imagino que también genético, congénito, no sé si lo podemos denominar así.
¿Podría ser que el pesimista está intentando ser precavido?
Jota: Entiendo que el que es pesimista, que tiene una expectativa baja de los acontecimientos, está intentando ser precavido, quizá mentalmente, diciendo igual mejor pensar que va a pasar lo malo y luego si viene algo bueno, pues mejor. No lo sé, se me ocurre que pueda ser esa una justificación que hagan sobre ese pensamiento que tienen en ese sentido más bajo o pesimista.
Paula: Bueno, puede ser, puede ser una razón. Si, date cuenta que también hay algo muy social. Tú no has oído nunca eso de mejor piensa mal. Piensa mal y acertarás. Incluso hay un refrán, sí, sí. Pero dicen también piensa mal porque así luego la caída duele menos. O sea, como si el pensando en negativo, luego el golpe nos vaya a doler menos. Como que ya estamos un poquito preparados para el golpe. Y esto es como algo muy cultural.
Jota: ¿Qué ocurre si ante una misma situación yo pienso, por ejemplo, aunque sea un ejemplo muy simple de un examen, si yo pienso que me ha salido muy bien, voy a conseguir un diez y tal, y luego la nota es mala y he suspendido, ¿qué efecto tiene en mí? O al revés, si yo ya pienso que he suspendido y efectivamente he suspendido, ¿qué diferencia mental lleva el palo de haber sido optimista o no? En ambos casos, no lo sé. Igual, efectivamente, el que es pesimista y ya va diciendo, creo que ya no se lleva el palo cuando efectivamente directivamente le sucede que ha sacado una mala nota en este ejemplo.
Paula: Pero digamos que el examen ya está hecho, ¿no?
Jota: Sí, ya está hecho.
Paula: Vale. Entonces, en ese caso, yo creo que hay que irse más a valorar la situación en términos de probabilidad. Es decir, yo sé cómo he hecho el examen, yo lo sé realmente y no por mucho que piense que lo he hecho muy bien, van a cambiar esas respuestas y va a cambiar mi resultado.
Jota: Tendría más sentido un paso antes, no? Antes del examen que puede salir antes, sino ante la preparación.
Paula: Exacto.
Jota: Estoy preparado, me va a salir bien o no estoy lo suficientemente preparado, no lo voy a pasar.
Paula: Claro. A veces la actitud pesimista, que puede tener mucha conexión con determinados rasgos perfeccionistas, también tú decías antes lo del ser precavido y también, a lo mejor otra característica, la del perfeccionismo, te decía, puede llevar a que nunca sea suficiente, nunca considere que lo llevo lo suficientemente preparado y entonces en ese sentido me esfuerce más, me esmeré más. Pero también, ¿qué me puede pasar? Que a veces me rinda, que no me considere capaz, puedo ser tan extremadamente negativa que crea que yo no voy a ser capaz de aprobar este examen, con lo que por tanto me acabe rindiendo. Con la persona optimista pasa exactamente lo mismo. Puede hacer que sea tan sumamente optimista que crea que no hace falta demasiado esfuerzo para aprobar mi examen. Apenas le pongo dedicación porque ya está toda mi ilusión, porque el resultado sea muy positivo. Entonces, finalmente, me encuentre con un fracaso o al revés. Si yo considero que soy muy capaz porque estoy en una actitud optimista, pues probablemente me sienta motivada, me sienta estimulada para estudiar ese examen. ¿Lo entiendes, verdad?
Jota: Sí, sí, totalmente.
Paula: Claro.
¿Cómo influye ser optimista o pesimista sobre esas cosas de la vida que no podemos controlar?
Jota: Aqui me parece interesante que lo pongamos otro tipo de ejemplo, que no sea este tan sencillo de los exámenes y que lo veamos en otras cosas aplicadas a lo largo de la vida. Porque no es lo mismo, me imagino, que en temas en los que nosotros podemos influir, como la preparación a un examen en la que vamos a estudiar o conseguir un trabajo o conseguir un éxito en tu vida en la que tú te puedas esforzar preparándote o acudiendo a lo que sea, a otras situaciones en las que tú no tienes interacción. Pongo un ejemplo en el caso de que mañana llueve o no llueve o que tenga una enfermedad o no la tenga. Esa actitud positiva o negativa del optimista o del pesimista ante situaciones externas, ¿cómo se vive y cómo..? En cosas en las que yo no tengo nada en lo que hacer.
Paula: Pero que sí que tengo cómo reaccionar.
Jota: Claro.
Paula: Ante ello, ¿no? Por ejemplo, bueno, ahí ayuda a no centrarnos tanto en el problema, sino centrarnos más en la solución, algo que tiene bastante conexión, también cierta relación con lo que hablábamos antes de la resilencia. O sea, no me voy a preguntar tanto el por qué, me voy a preguntar más el para qué. O sea, qué me va a traer si mañana llueve, qué puedo hacer, cómo puedo reaccionar o responder ante el hecho de que mañana llueva. En cualquier caso, el no sentirnos víctimas, sino sentirnos afectadas, también nos lleva un poco a abrir la amplitud de alternativas de respuesta. O sea, no quedarme encerrada en una sola reacción, en una sola respuesta. Yo es que en cualquier caso, mañana iba a salir vestida de verano y resulta que llueve. No, puedo decirme que existen distintas alternativas de respuesta, lo cual también me hace como más luchadora. Tiene que ver con lo del sentirme afectada, no sentirme víctima. En cualquier caso, me moviliza, me pone en movimiento. Recordemos que la persona víctima es la que tiene una losa encima, le impide moverse. Pero la persona afectada, aún a pesar de tener heridas y tener lesiones puede seguirse moviendo, es luchadora. Y entonces, al final, me quedo con lo que tengo, no con lo que me falta. Siempre, siempre, ante cualquier situación de adversidad, nos guste o no, podemos encontrar una pequeñita luz.
Jota: Claro. Yo creo que aquí es determinante, porque claro, cuando estamos hablando de cosas, preparándote para un trabajo, preparándote para unos estudios, incluso para la vida, con tu pareja, con tal, con cosas que tú puedas querer conseguir o no conseguir, tú puedes hacer acciones y ser optimista o pesimista. Pero cuando son cosas que no puedes decidir tú, en las que tú no tienes participación, como el tiempo o el que tengas un accidente por culpa de otra persona o que te venga una enfermedad, cosas así, la situación mental en la que tú puedes estar es importante y determinante, porque solo es cómo te lo tomas. Puedes prepararte para ello de alguna forma, por si en caso que pase esto o lo otro, pero la actitud es determinante en este caso, en lo que si mañana llueve no puedo evitarlo, lo más que puedo hacer es sacar el paraguas.
Paula: Exacto. Y aún así, no me tiene por qué limitar o paralizar en muchos de los planes que tuviera para el día de mañana, aunque llueva. Es lo que te hablaba de las distintas alternativas de solución. Es que a lo mejor la primera que había valorado y en la única que me había quedado es que si mañana llueve, me quedo en casa y se me chafan todos mis planes. Oye, no, igual puedo valorar si algunos de los planes que tenía previsto se pueden hacer con lluvia. Quizás sí. Quizás encuentre la manera de poderlos llevar a cabo, por lo menos alguno de ellos. Es eso, ofrecernos distintas alternativas de solución y quedarme con lo que tengo, no con lo que me falta. También es muy importante en esto el ser muy conscientes de nuestros logros. Porque a lo mejor, entonces, a partir de ahí no es tan importante lo que suceda a nivel externo que yo no puedo controlar, sino esas herramientas y esas estrategias de las que dispongo para poderme enfrentar a aquello que no controlo. Eso sí que lo controlo, lo que está dentro de mí, cuáles son mis herramientas y cuáles son mis estrategias. Por eso es importante también quedarme un poco analizando mis logros, ser consciente de mis logros y saber cómo he llegado a ellos.
Jota: Claro.
Paula: Quitémonos la idea de todas formas que las personas pesimistas no son personas de éxito. Hay muchas personas muy pesimistas con una personalidad depresiva, con un carácter un tanto cínico, que han logrado grandes éxitos. Se me ocurre, por ejemplo, así a botepronto Beethoven. Beethoven era una persona con una tendencia muy depresiva y aún así podemos decir oye, que ni tan mal, eh! O sea, que el éxito, bueno, pues objetivo en cualquier caso, a pesar de una personalidad pesimista, no significa que su personalidad pesimista le haya llevado a ello. Y probablemente Beethoven no se estuviera contando qué había tenido éxito o qué estaba teniendo éxito. Probablemente no se lo contara, pero lo estaba teniendo.
Jota: Efectivamente. Ahora, por terminar, me gustaría que habláramos durante unos segundos sobre un término que ha salido en algún momento, que es el realista. No sé si el realista es un punto intermedio entre estos o no tiene nada que ver o puede ser optimista en algunas situaciones y pesimista en otras. Si realmente el que se considera realista lo es o es algo que él se cuenta, no sé, que nos cuentes un poquito sobre este término y cuál es el punto justo y más adecuado que deberíamos intentar tener en nuestra vida para estar en el punto mejor, si es que existe.
Paula: Yo creo que el punto del realismo es una opción, diríamos la opción más óptima en cualquiera de las dos versiones, tanto en la del optimista como en la del pesimista. Ninguno de ambos debe de renunciar a esa característica de su personalidad, pero sí debe de intentar quedarse en ese punto, en el del realismo, como decíamos antes. El optimista no debe de llegar a ese optimismo bobo que al final le adormece y que no le permite reaccionar. Y luego el pesimista tampoco debe de llegar a ese punto en el cual se convierte en un cenizo. Y desde el vicio ese o la adicción de sentirme más listo que nadie, porque creo que estoy viendo las cosas más claras por el hecho de estarlas viendo de manera negativa. No, porque te va a llevar a un extremo en el cual ni siquiera seas consciente de tus logros, ni siquiera seas consciente, por tanto, de tus oportunidades. Y probablemente eso también te pueda llegar un poco a frenar, a paralizar e incluso a hacerte caer en una depresión. Con lo que, por tanto, yo creo que el punto realista no es que sea un intermedio entre el optimismo y el pesimismo. Creo que el optimista ha de ser realista, el pesimista ha de ser realista. También.
Jota: Genial. Nos lo ha dejado claro el tema. Pues oye, Paula, no sé si tienes algo más que aportar, sino a mí me ha encantado sacar, extraer estas perlas que nos has dado sobre el optimista, el pesimista y ese punto genial que es el realista para, independientemente de a qué tiendas más, ser el punto ideal, tener el punto ideal. Y si no hay nada más que quieras aportar, muchísimas gracias por haber venido otra vez por aquí y nos vemos pronto.
Paula: Muchas gracias a ti, Jota. Encantadísima de estar aquí.
Jota: Un saludo. Chao.
Paula: Adiós.