Jota: Muy buenos días a todos. Otro día más aquí para hablar de Salud Mental y de nuevo con nuestra querida amiga Patricia, que como todos sabéis, es Psicóloga Sanitaria enfocada en población adulta, trabaja desde las Terapias Contextuales y es una pieza fundamental del equipo de Psicología Online Avanzada. Muy buenos días Patricia. ¿Cómo estás?
Patricia: Hola Jota, muy buenos días, muy bien, estupendamente. ¿Y tú qué tal?
Jota: Pues estoy ahí emocionalmente, un poco ahí me siento hoy como un niño, a ver que que nos traes hoy. Me parece que vamos a traer un poquito de información dirigida sobre todo a los padres, para hablar un poco sobre cómo educar a los niños en esa parte emocional, no? Así que sí, si quieres cuéntanos un poco qué es esto de educar emocionalmente a nuestros hijos.
¿Qué es educar emocionalmente a nuestros hijos?
Patricia: Um, es un tema que bueno que me encanta, porque a mí la parte de infancia me gusta mucho y además creo que estoy muy contenta de poder hablar de esto hoy, porque creo que hay muchísimos problemas que surgen a nivel de salud mental en la edad adulta que podrían prevenirse si desde pequeños pues bueno, prestamos atención como padres a una serie de cosas que son fundamentales para la salud mental del futuro. Y esta es una de ellas, de hecho es una de las más básicas y que me parece de las más importantes de todas, y es al final el poder educar a nuestros hijos a cómo llevarse con sus emociones. Me preguntabas qué significa esto de educar en emociones de la educación emocional. Vamos a observar un poquito antes de centrarnos en esto. Vamos a observar cómo es el proceso de aprendizaje o más bien de enseñanza de los niños. Fíjate que los niños aprenden de fuera hacia adentro, es decir, o sea los niños necesitan en primer lugar, cuando somos muy peques, una figura externa que nos vaya señalando el mundo, que nos vaya diciendo lo que es cada cosa, su nombre, para qué sirve, porque está ahí, etcétera. Una vez nos van enseñando desde fuera, a nivel de padres, de escuela, de familia, del resto de niños vamos interiorizando determinados aprendizajes y los vamos generalizando. Por ejemplo, un niño lógicamente no sabe lo que es el rojo, no? Así de primeras están sus padres diciéndole oye, la manzana es roja, la cereza es roja y así el niño va extrayendo, va interiorizando lo que es el color rojo y lo va aplicando a otra serie de objetos, de situaciones, de lo que sea. Al final los padres rotulan y etiquetan la realidad a los niños, les van mostrando el nombre de cada cosa. Con las emociones este proceso es exactamente igual Jota. En realidad, una emoción si no tiene un nombre, simplemente es una activación difusa de mi cuerpo. Yo siento cosas dentro, pero si yo no tengo un nombre para poder referirme a esa realidad, esa realidad no existe. Entonces, qué significa educar emocionalmente? Significa que los padres estén ahí para poder nombrar básicamente las emociones a sus hijos, para que puedan saber que esto que están sintiendo se llama estar triste, o se llama estar enfadado, o se llama sentir vergüenza. Claro, esto lo estamos implicando, pero en realidad no es tan sencillo. Hay muchas cosas que son necesarias para que esta educación sea lo más útil posible, lo más completa posible. ¿Por qué? Porque al final, por parte de los padres e implica, en primer lugar, ser conscientes de qué está sintiendo mi hijo. Yo no me puedo meter en el cuerpo de mi hijo, pero sí puedo observar las señales del mismo. Es decir, que los padres sean conscientes de las emociones de sus hijos implica estar atento, atender a las señales que me está dando mi hijo, si está llorando, si se pone rojo, si tiene un pucherito, pues todo esto. Implica etiquetar, como decíamos, el nombrar esa realidad a ese niño. Primero percibo lo que está ocurriendo, lo nombro en voz alta y además implica también gestionar desde una perspectiva adulta. Implica enseñarle al niño qué hacer con esa emoción. Una vez yo te digo que estás sintiendo tristeza, vamos a ver qué hacemos con esa tristeza, vamos a relacionarnos con la tristeza, vamos a resolverla de alguna manera. Es decir, fíjate lo importante que es Jota por parte de los padres que sean sensibles a las señales de sus hijos, no? Porque al final, en la emoción, en toda emoción, hay una parte de vivencia interna, donde yo noto que estoy sintiendo algo, pero también hay una manifestación externa a través del llanto, a través de fruncir el ceño, a través de apartarme cuando algo me da asco, a través de abrir la boca cuando me sorprende. Esta parte de comunicación externa es lo que los padres deben atender para poder ser sensibles a esas señales. Pero también implica, en último lugar, que los padres estén disponibles tanto física como emocionalmente para poder atender a sus hijos. Es decir, implica esta parte de empatía, de yo ponerme en el lugar del niño para poder entender que puede estar sintiendo y poder nombrárselo y poder acompañarle en la gestión de esa emoción. O sea que es una tarea muy intuitiva pero que debemos de cuidar como padres para poder empezar esta parte de educación emocional con nuestros hijos.
Jota: Qué bueno. ¿Cómo debe trabajar esto el padre? ¿Debe estar atento y nombrar esas emociones que detecta que puede tener el hijo? ¿Pero debe ir acompañado también de algún calificativo, o quiero decir, si estás sintiéndote triste probablemente salga que eso es malo o que no debes de sentirlo? ¿Puede que salga algo así o no, habrá que explicarle y guiarle y decirle que es normal dependiendo de lo que haya pasado en esa situación? ¿Cómo se lidia con esas situaciones?
¿Cómo deben los padres trabajar el etiquetado de las emociones de sus hijos?
Patricia: Claro de lo que me estabas hablando, bueno, está esta parte de juzgar la emoción de cuando yo la juzgo, la relaciono con si es algo deseable o indeseable, si es normal o no es normal que la otra persona se sienta así. Bueno, creo, en primer lugar, que no debemos de juzgar las emociones de nuestros hijos, porque las emociones no se eligen. Yo no puedo elegir como me siento. Un niño no puede elegir si una cosa le da miedo, por más absurdo que para el mundo de los adultos nos parezca esa situación. Pero el niño no puede elegir si tiene miedos, si está triste, si está enfadado, no lo puede elegir. Lo que puede hacer es aprender a regular esa emoción que está sintiendo. Y eso es tarea del adulto el acompañar en la regulación emocional de sus hijos y en actuar como modelos al final. De hecho, creo que también es muy importante y es fundamental en esto de la educación emocional de nuestros hijos, como decíamos antes, el ser modelos, el que yo pueda nombrar mis propias emociones delante de mis hijos. Jo, pues mamá, hoy está un poco más triste porque se está acordando del abuelo y le echa un poquito de menos, entonces me siento un poco triste. Por poner un ejemplo, no? Hoy estoy especialmente cansada porque fíjate que mamá ha estado trabajando muchas horas. Cuando yo nombro y normalizo mis propias emociones, lo que estoy transmitiendo a mi hijo es que sentir emociones está bien, es normal y hay que hacerlo. Y también actuar como modelo, no solo en el nombrar, sino en cómo yo me hago cargo de esa emoción, no? Pues si estoy triste, pues puedo llorar y está bien llorar, pero eso no implica que esté cuatro días sin levantarme de la cama, por ejemplo, sino que también somos modelos en esto de gestionar las emociones. O sea que vamos a tratar de despegarnos un poco del juicio y de entender que los niños no entienden sus emociones, ni las entienden, ni saben regularlas, y que es tarea del adulto acompañar en todo este proceso.
¿Cómo se lidia con esas situaciones incómodas para los padres, en las que los niños llegan a desbordarse por una emoción, para que no ocurran en el futuro?
Jota: Claro, se me ocurren los típicos ejemplos de que se ve cuando un niño está llevando a un extremo incorrecto alguna emoción, el típico en el supermercado que quiere llevarse las patatas y el padre no quiere y forma un berrinche, está ahí, enfadado. ¿Cómo se lidia con con esas situaciones, no solo en el momento, que entiendo que en el momento la solución es complicada, imagino que se podrá hacer algo, pero cómo se lidia para que eso no pase en el futuro, como para que esas situaciones incómodas o que no son correctas se vayan aprendiendo y el niño aprenda a comportarse en público?
Patricia: Bueno, creo Jota que es difícil escapar de esas situaciones incómodas, que forman parte de lo que implica ser padre, no? Que no podemos, es decir, que por mucho que yo estoy educando emocionalmente a mi hijo y que le identifique sus emociones y que le acompañe, va a haber momentos en los que el niño se desborda porque está aprendiendo. Es decir, si estoy aprendiendo a montar en bici dos de cada cuatro veces me voy a caer y forma parte del proceso de aprendizaje. Los niños va a haber momentos en los que se desborden, en los que estén en una situación de rabieta, como lo que describías del supermercado, que además es muy característico de los dos años. Esos momentos forman parte del proceso de ser padre de la maternidad, la paternidad, la crianza y no podemos evitarlos al 100%. Hay una parte que podemos prevenir, pero hay otra en la que nos vamos a ver en esa situación y tenemos que actuar como buenamente podamos porque son situaciones muy complicadas en las que no solo entran en juego el desbordamiento del niño, sino también mi experiencia de desbordamiento como madre, de no saber qué hacer, de estar frustrada, de que la gente me está mirando, de que me siento cuestionada. No es fácil ser padre, ni madre, ni mucho menos. Y bueno, pues trataremos de enfocarnos a esas situaciones como buenamente podamos. Pero forma parte de todo esto, claro.
¿Cómo podemos actuar ante una de estas situaciones incómodas?
Jota: Claro. ¿Y cómo es el trabajo para pasar de esas situaciones incómodas y explicarle o hacerle entender al niño cómo debe comportarse, o cómo debe actuar ante las caídas en la bici o las patatas del súper o ante esos momentos, no?
Patricia: Si te parece podemos poner un ejemplo para que veamos con mayor claridad a que nos referimos con esto de ser sensibles a las necesidades de tal. Fíjate, imagínate la situación en la que estamos con un niño pequeño y llega una persona desconocida para él. Y esta típica escena en la que el niño se esconde detrás de las piernas de su padre o de su madre, no? Imagina que esa madre pues le dice, se agacha y le dice: ‘oye, que te ocurre a ti? Te está dando vergüenza? Claro, es que como no conoces a esta persona, pues te está dando un poquito de vergüenza, verdad? Oye, te parece si vamos los dos y le preguntamos cómo se llama y así le conocemos? Y bueno, a lo mejor es una persona simpática.’ Imagínate esta escena, esta escena en la que lo que estamos haciendo es educar en emociones sin darnos cuenta, porque es una escena bastante cotidiana, no? Analizándola con un poquito de detalle, fíjate, en primer lugar, esta madre está siendo sensible a su hijo, está detectando lo que le está ocurriendo, se está escondiendo detrás de mis piernas o se está tapando con el pelo, se está poniendo rojo. Estoy siendo capaz de detectar que a mi hijo está teniendo una experiencia emocional que necesita aprender y regular. Además, implica que esta madre está siendo empática, está entendiendo qué le ocurre a su hijo más allá del nombrarle te está dando vergüenza, está entendiendo que le está dando vergüenza porque es una situación nueva para él, porque es una persona desconocida y esto le permite normalizarlo. ‘Ah, qué te está dando vergüenza porque no conoces a esta persona, claro.’ Cuando yo transmito esto a mi hijo estoy haciéndole ver que está teniendo vergüenza y está bien sentir vergüenza y que además esa vergüenza ocurre en un contexto y que es normal que se dé. Estoy normalizando esa parte de experiencia emocional, como decimos también etiquetando esa emoción de ah, que te está dando vergüenza. El niño lo que siente es una activación en el cuerpo. Yo le estoy nombrando esa emoción, lo que te ocurre es que tienes vergüenza y lo normalizo, y lo adecúo, lo hilo con el contexto que está ocurriendo. Además, esa madre está acompañando en la gestión de esa emoción y sirve de modelo, no? Cuando le dice: ‘Oye, qué te parece si los dos vamos y hablamos con él y le preguntamos cómo se llama?’ Está haciendo de modelo porque está transmitiendo a ese hijo que yo puedo actuar aún sintiendo vergüenza, que yo me puedo acercar a la otra persona, que puedo hablar con él, que puedo hacer algo con esa emoción, algo que me permita convivir con ella. Es decir, no lucho contra la emoción, sino que me hago cargo de la situación. Decíamos no podemos cambiar, no podemos elegir nuestras emociones, no podemos cambiarlas. Pero sí puedo atender a la situación que me produce esa emoción. Entonces vamos a conocer a esta persona, aun con vergüenza para que la vergüenza se vaya disipando poco a poco. Y en último lugar, esa madre está proporcionando una base segura desde la que explorar al niño. Es decir, lo que le está transmitiendo es te entiendo y te acompaño, voy contigo, no te dejo solo, no nos vamos de la situación, no te abandono, no, no, no, te estoy entendiendo, entiendo que tienes vergüenza y te acompaño contigo y con la vergüenza. Y al final todo esto que hemos analizado Jota tiene que ver con un concepto que en Psicología llamamos validación emocional, que tú ya hablabas anteriormente de esto de normalizar emociones. Eso al final es validación emocional.
¿Qué puede estar ocurriendo para que a las nuevas generaciones les esté costando más gestionar sus emociones?
Jota: Qué bueno, el proceso y que claro queda. Y entiendo que haciendo esto, la próxima vez que se dé esa escena será un poquito mejor y con el tiempo pues el niño será o verá más normal que se acerque un desconocido y podrá interactuar con él en una situación así. ¿Qué está ocurriendo, o eso se percibe, a lo mejor eso ha pasado siempre y no es una cosa nueva, que parece que las generaciones nuevas que vienen son más frágiles o más sensibles a todo esto, a enfrentarse a las emociones, parece que vienen con más problemas para saber enfrentarse a momentos de tristeza, o esa es al menos la sensación que tengo, es así realmente, es por la educación que tenemos, es porque hay más información, es la educación que los padres están sobreprotegiendo más a los hijos, se les atiende más, se les da más caprichos, todo esto influye en esas emociones que luego los niños quizá no saben gestionar de manera correcta?
Patricia: Jo, podríamos hablar un podcast entero de todo esto, es un tema muy polémico.
Jota: Nos lo apuntamos sin falta y nos dedicamos a ello.
Patricia: Fíjate que de lo que estás hablando, entiendo Jota que es que lo que podemos ver es que parece que se están aventurando unas generaciones futuras que tienen dificultades para regular sus propias emociones y para poder gestionarlas y regularlas. Quizás no es que sean más sensibles como tal o más frágiles, sino que quizás no estamos prestando la suficiente atención como padres o como sociedad a lo que está ocurriendo en todo esto. Creo que aquí lo que está influyendo, porque claro, lo que decimos para regular mi emoción, para que no me desborde, para que no llegue a un nivel de ira 10 tengo que ser consciente de cuando me estoy enfadando, de ese proceso. De cómo a lo largo del día me han ido ocurriendo cosas que han hecho que se me esté acumulando el enfado y poder gestionarlo a tiempo. Es decir, implica ser consciente, como decimos, no? ¿Qué es lo que pasa? Que cuando se están dando estos problemas en los que las emociones alcanzan tales niveles de intensidad, es porque está fallando algo en este proceso de identificación emocional y de gestión a tiempo, por decirlo así. Y qué cosas creo que pueden estar influyendo aquí? Bueno, pues muchos factores socioculturales, el cómo quizás todo esto entendiéndolo no tanto quizá sólo desde la crítica, sino desde la comprensión, porque los tiempos cambian, porque la incorporación del mercado laboral a la mujer influye en menor tiempo para la crianza, no? En cómo los niños hoy en día quizás están criando más con figuras más externas y con externas me refiero a otras personas, a la típica nanny o al abuelo, o a quien sea, o a la vecina. Pero no solo con otras personas, sino también con una pantalla, con una tablet, con un móvil, con un ordenador, con una videoconsola. La manera en la que estamos educando, conforme al tiempo que vivimos a nuestros hijos, por supuesto que está influyendo en cómo los hijos viven y experimentan sus emociones, no? Entonces si no tengo tiempo por las demandas de la sociedad para estar presente para educar a mi hijo emocionalmente, pues por supuesto que luego va a haber algún tipo de dificultad en todo esto, no? Entonces quizás no responsabilizaría exclusivamente a la juventud de hoy en día, por decirlo así, sino también al modelo educativo que estamos transmitiendo como sociedad y cómo por las condiciones que tenemos del día a día, del estrés que tenemos, de cómo necesitamos trabajar para poder vivir y eso repercute en el menor tiempo que tenemos para la familia, pues al final todo esto influye, entonces creo que es un cúmulo de variables socio-culturales, económicas, etc, que explican lo que está ocurriendo en este momento.
¿Qué ocurre cuando un niño no recibe esa educación emocional?
Jota: Claro, No te voy a preguntar cómo se soluciona esto porque no tenemos ninguna varita, pero sí que me gustaría retomar lo último que has comentado antes sobre la validación emocional que has comentado. Y volviendo a eso, ¿qué ocurre cuando a ese niño no le damos esa validación? ¿Qué ocurre cuando no hacemos todo este proceso que contabas con estos ejemplos?
Patricia: Pues es un problema bastante bueno, que tiene bastantes repercusiones en la infancia, pero también o cuando lo vamos a ver más, es en la edad adulta. Validar una emoción implica transmitir a la otra persona que sus emociones son reales y que tiene derecho a sentirse de esa forma, es decir, aceptar la emoción de la otra persona con total respeto. Porque decimos no puedo elegir como me siento, entonces tiene cabida cualquier tipo de emoción porque yo no puedo elegir como me siento. Entonces implica transmitir todo esto a la otra persona. Por contraposición está la invalidación emocional. ¿Que significa invalidar emocionalmente entonces? Pues implica negar al otro la posibilidad de que sienta determinada emoción, negarle ese derecho o quitarle importancia, quitarle peso. Por ejemplo, típicos comentarios terribles de: ‘Qué tonterías tienes.’ La escena que habíamos dicho antes del niño que se esconde detrás de las piernas. Invalidar sería: ‘Anda, pero qué tonterías tienes, sal de ahí, anda, déjate de tonterías.’ O el comentario de: ‘Es que eres muy llorón, eres muy exagerado, le das demasiada importancia a todo.’ Fíjate que lo que tienen en común es que le estamos diciendo a la otra persona que su emoción no tiene sentido, que se quite esa emoción como si fuese una elección y que además tiene una intensidad demasiado elevada. Y esto es algo que deja muchísima huella a nivel del desarrollo infanto juvenil deja muchísima huella porque es como negar la existencia del sol. Pues es que el sol va a seguir estando ahí, por más que yo diga que no exista, es que ese niño va a seguir sintiendo tristeza aunque yo le diga que es un llorón, aunque yo le diga que no debería sentirse así. Le estoy dando un mensaje totalmente contradictorio al respecto de su experiencia íntima y personal. Entonces esto tiene muchísimas repercusiones. ¿Qué es lo que va a ocurrir? Que esa personita a medida que vaya creciendo va a tener muchísima dificultad para identificar sus emociones, va a tener muchísimos problemas en este primer paso que decimos de ser consciente. ¿Por qué? Porque durante mi infancia me han dicho que eso que siento no es real o que no debería sentirme así. Entonces yo dejo de prestarme atención. Pero que yo no me preste atención no significa que no exista esa emoción, como decíamos antes. Y además, si yo no soy consciente de lo que estoy sintiendo, no lo puedo etiquetar. Si yo desatiendo las señales de mi cuerpo, desatiendo mis emociones, dejo de conectar con lo que estoy sintiendo y si no lo etiqueto, si no lo identifico, no lo puedo gestionar. Al final la experiencia de ese adulto va a ser de que yo siento que llega un punto en mi día en el que me desbordo, en el que exploto y no se porqué. Y no sé ni qué emoción estoy sintiendo, ni por qué ni a cuento de qué, porque estoy totalmente desconectado de mis emociones, porque en mi infancia me han enseñado que eso es una tontería, que eso no es útil, que eso no sirve para nada. Entonces, para qué voy a prestar atención a algo que me han enseñado los que me tienen que educar, que no es útil, pues al final desconecto de todo esto. Sin embargo, como decíamos la emoción sigue estando ahí. Lo que ocurre es que esa persona adulta no ha desarrollado un lenguaje emocional que le permita identificar y gestionar sus emociones. Además, va a interiorizar un patrón muy hipercrítico hacia sí mismo. Me han dicho que esto es una tontería. Pues es que soy tonta, es que no debería de sentirme así. Es que no debería no sé cuánto es, es que soy demasiado sensible, es que soy exagerada. Todo ese lenguaje que yo he escuchado antes lo acabo interiorizando. Entonces no me permito a mí misma estar mal o conectar con lo que siento. Y esta parte de desbordamiento emocional que decimos y yo no atiendo a mis emociones, se acumulan y al final me desbordo. Y para terminar, me gustaría comentarte una frase que creo que señala todo esto muy adecuadamente, es una frase de Freud, que es un famoso psicoanalista, que él lo que decía es que las emociones no expresadas nunca mueren, sino que son enterradas vivas y salen posteriormente de peor forma. Es decir, las emociones están ahí, se van acumulando y al final si yo no la resuelvo, pues explotan.
Jota: Fíjate, fíjate. Es un mensaje muy claro. Hay que tener mucho cuidado con esto. Y la responsabilidad como padres de saber guiarlos bien por los problemas que puede acarrear en el futuro. Mucho más importante que el niño tenga un montón de caprichos que al final les damos todas esas horas de pantalla que ahora viven. Patricia, muchísimas gracias. Me ha parecido súper interesante este capítulo de hoy. Espero que a todos los padres o futuros padres que estén aquí también les parezca muy interesante y que hayan tomado nota para poder aplicarlo y ayudar a esos niños que son el futuro al final.
Patricia: Efectivamente Jota espero yo también que haya sido de utilidad para todos nuestros oyentes y nada, que vaya estupendamente.
Jota: Pues muchas gracias y que tengas muy buen día. Nos vemos pronto.
Patricia: Un abrazo.
Jota: Chao, chao.