Jota: Muy buenos días a todos. Un día más aquí para hablar sobre salud mental. Y hoy tenemos con nosotros a Paula Massa, que es Psicóloga experta en Terapia Online, con casi 20 años de experiencia haciendo terapia, más de seis años haciendo terapia online y es supervisora de casos, perdón, y apoyo de todo el equipo de Psicología Online Avanzada. Muy buenos días Paula. ¿Cómo estás?
Paula: Hola, Jota, encantada de estar aquí de vuelta contigo.
Jota: Sí, sí. Hoy es un día especial porque es el primer capítulo después de las vacaciones de verano, esta paradita que hemos hecho unos días para descansar, y no ha habido capítulos. Pero volvemos otra vez más con esta entrega que sacamos todos los martes por la mañana. Y aquí estaremos otra vez este año.
Paula: Con nuestra segunda temporada.
Jota: Sí, sí, sí. Me hace muchísima ilusión. La primera temporada la disfruté muchísimo estos días así, hablando sobre todos estos temas de salud mental, estoy aprendiendo un montón de cosas, de todos estos capítulos y aquí otra vez y qué mejor, que este primer capítulo después de las vacaciones para hablar sobre lo que ocurre, no? Muchas veces después de las vacaciones.
Paula: A la vuelta de vacaciones, si.
Jota: Sí, que bueno, pues eso, hablaremos sobre el estrés postvacacional.
Paula: Estrés postvacacional, depresión postvacacional, también se llama. Al final es un síndrome, es un conjunto de síntomas que manifestamos de diferente manera y se pues ahí a la vuelta de vacaciones.
Jota: ¿Y cómo lo debemos llamar? Porque yo le estaba diciendo estrés, dices depresión. ¿Entonces la forma correcta de llamarlo sería Síndrome postvacacional?
Paula: Yo creo que es la manera más adecuada precisamente por eso, porque cada uno lo podemos manifestar de diferentes maneras, porque son distintos los factores, las variables que influyen en el hecho de cómo lo suframos, de cómo lo sintamos, esa vuelta.
¿Qué es el Síndrome postvacacional?
Jota: Mmmmmmmmm muy bien. Y exactamente qué es, porque yo recuerdo de toda la vida arrancar, yo creo que en los telediarios incluso ya de pequeño se hablaba mucho. Y bueno, pues es algo que he escuchado siempre, pero exactamente ¿qué es el estrés o síndrome postvacacional?
Paula: Bueno, pues es ese conjunto de síntomas que aparecen cuando volvemos de vacaciones, cuando volvemos a nuestras rutinas, recuperamos nuestra vida, nuestro día a día. Y como tú muy bien decías, estrés se puede dar con síntomas de ansiedad, con mucha inquietud, sensación de nerviosismo, ansiedad generalizada o incluso quienes han sufrido ansiedad, problemas de ansiedad, trastornos de ansiedad, puede incluso llegar a sufrir hasta ciertas crisis, ataques de ansiedad, podríamos decir, no? Pero también hay quien lo llama depresión post-vacacional, pues porque al revés, los síntomas que manifiesta o los síntomas que aparecen son más bien tendentes al decaimiento, a la apatía, a la falta de ganas, sensación de poca energía e incluso tristeza, echar en falta, nostalgia y a veces se manifiesta incluso con el llanto. He de decir que esto es una cuestión de grado, no todos sufrimos este síndrome postvacacional, no todos lo sufriríamos con la misma intensidad. No todos, evidentemente, ni siquiera con los mismos síntomas. O sea que hay cualitativamente diferencias. Incluso hay formas de prevenirlo.
¿Por qué ocurrre el síndrome postvacacional?
Jota: Anda, pues vamos a ver si las vamos descubriendo un poquito. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué tenemos este síndrome?
Paula: Bueno, pues yo lo atribuyo mucho al hecho del cambio. A nuestro cerebro no le gustan nada los cambios y cualquier cambio, aunque sea mejor, siempre implica poner en funcionamiento nuestros mecanismos de adaptación. Poner en funcionamiento nuestros mecanismos de adaptación implica una cierta desestabilidad emocional, unas ciertas alteraciones ya de por sí que son las que pueden estarse manifestando durante el síndrome postvacacional, el cambio de periodo de vacaciones, de ese tiempo de vacaciones, o incluso de un lugar físico si hemos estado fuera, a la vuelta al trabajo. Además, añadamos a éste que volvemos a nuestras rutinas, que volvemos a una serie de hábitos, costumbres que por un lado a nuestro cerebro le gustan mucho, que le gusta mucho tender a eso, al orden y a la estabilidad, pero que al mismo tiempo, pues obviamente no son tan distraídas, no son tan estimulantes o tan entretenidas como puede ser nuestro periodo de vacaciones. Entonces bueno, pues le añadimos eso, la vuelta a la monotonía, la vuelta a las rutinas e incluso la vuelta a la obligación y a la responsabilidad, como puede ser aquel que tiene trabajo y vuelve al trabajo, no? Entonces ahí ya hay dos variables que se juntan, que ayudan bastante a entender, no? Por qué se generan estos síntomas.
Jota: Claro.
Paula: Si, además, si además volvemos a una situación crítica, a una situación no resuelta, que a lo mejor en ella hay ciertas insatisfacciones y cosas que no nos gustan de nuestra vida. Pues con más razón lo entiendes, verdad? El hecho de que bueno, pues a lo mejor volvemos a un problema, volvemos a una situación que cuando nos fuimos de vacaciones no llegamos a resolver y ahora tenemos que volver a ella.
¿La duración de las vacaciones influye en el grado de síndrome que podamos experimentar al volver?
Jota: Claro, claro. Y, importa el tiempo que coges de vacaciones, entiendo que no será lo mismo irte una semana que un mes, o bueno, pues eso, el grado del síndrome podrá variar, no? Dependiendo de la duración de estas vacaciones.
Paula: Efectivamente, depende mucho del tiempo, y el tiempo puede ser un arma de doble filo, porque por un lado, cuanto más tiempo hayamos estado de vacaciones, parece que más contraste es, más le cuesta a nuestro cerebro ese cambio al que luego se tendrá que adaptar y por tanto, tendrá que poner todavía más en funcionamiento esos mecanismos de adaptación. Pero luego, por otro lado, entendemos que si hemos estado más tiempo de vacaciones, se da por hecho que las vacaciones han hecho ese efecto de descanso, ese efecto de reparación y de desconexión, que al fin y al cabo es para lo que sirven. Entonces, bueno, por eso, depende, podríamos decir que es eso, un arma de doble filo, tiene una doble función y según hayan sido las vacaciones, según sea la vuelta a qué volvemos, desde luego el tiempo influirá.
¿Sería mejor no tener vacaciones en algun caso?
Jota: Claro. Y entonces qué pasaría, ¿en algunos casos sería mejor no tener vacaciones?
Paula: No, yo creo que eso nunca. Yo eso nunca lo recomendaría. Recomendaría antes unas medidas preventivas, durante las vacaciones para que luego ese síndrome postvacacional no sea tan, tan fuerte, no sea tan intenso. No llegue a ser eso realmente un problema por el que tengamos que plantearnos una solución, sino simplemente entenderlo y aceptarlo, no? Como una mera adaptación y proporcionarnos el tiempo suficiente para que esta adaptación se produzca. Evitar las vacaciones, nunca. Las vacaciones es algo muy bueno, es algo muy terapéutico, yo de hecho cuando los pacientes me comentan en terapia oye, que no voy a poder venir estas semanas, aunque ya con terapia online cada vez lo hacemos menos lo de interrumpir la terapia porque nos vayamos de vacaciones. Pero sí que es cierto que a veces apetece un descansito de la terapia, no? Y me dicen oye, que me voy a ir de vacaciones, esto será un problema, interrumpirá nuestro proceso, nos va a perjudicar, va a ser un obstáculo. Y digo no hay nada más terapéutico que unas vacaciones, Jota, no hay nada más terapéutico que eso. Así que evitar las vacaciones nunca.
Jota: Bien. Vale. Entonces sí que nos has dicho que hay algunas cosas que podemos hacer para…
Paula: Medidas preventivas.
¿Qué podemos hacer para prevenir la aparición del síndrome postvacacional?
Jota: Cuéntanos qué podemos hacer. Danos algún consejo.
Paula: A ver, en primer lugar, valorar muy mucho de qué tipo van a ser nuestras vacaciones, porque las podemos etiquetar con el título de vacaciones y realmente no serlo. Hay quienes se van a situaciones que saben de primeras que les van a resultar bastante conflictivas. Por ejemplo, ciertas vacaciones familiares que se plantean algunos, el irnos con un grupo de personas donde nos vamos a exponer a una convivencia, que quizás no sabemos o que ya de primeras incluso anticipamos que puede ser un poquito complicada. O a lo mejor hemos salido de un periodo de trabajo donde hemos terminado muy cansados físicamente y nos metemos en ese mega circuito por todo el mundo que implica visitar dos ciudades en un solo día cada día y durante prácticamente un mes, lo cual puede ser también agotador. Hay que valorar muy mucho a qué tipo de vacaciones nos enfrentamos. Tenemos que tener en cuenta que las vacaciones son descanso, pero nos hace falta tanto el descanso físico como el descanso psicológico. El descanso físico, bueno, pues todos entendemos lo que es, es parar, es tirarnos a la bartola, es dejar que nuestro cuerpo pare y repare. El descanso psicológico, sin embargo, aunque se siente de una manera muy similar al cansancio físico, el cansancio psicológico, sin embargo, se supera de una manera diferente y es con un cambio de actividad. Necesitamos una actividad diferente a aquella que nos ha cansado, que nos ha agotado. Entonces, si se entiende que un viaje por todo el mundo nos va a ayudar a descansar psicológicamente, sobre todo porque obviamente salimos de nuestro entorno o cambiamos de actividad, de aquella que nos agota en nuestro día a día, en nuestras rutinas. Pero debemos de entender que también puede ser muy cansado psicológicamente, digo físicamente, perdón. Con lo que por tanto la vuelta quizás, quizás se nos pueda hacer un poquillo más complicada.
Jota: Claro, pero también dependerá de la actividad que realizamos laboralmente. Entiendo que una persona que está sentada en una oficina, que físicamente no tiene cansancio, sí podría hacer una…
Paula: Sí, sí, sí, podría ser de lo más recomendable, pero insisto, valorar muy mucho, que tampoco hay que pensar demasiado, que tampoco hay que estirar demasiado, que tenemos un mes a lo mejor de vacaciones y que muchas veces nos empeñamos a que nos cunda mucho más de lo que realmente puede cundir, que valoremos muy mucho que tipo de vacaciones nos vamos a plantear y que incluso nos proporcionemos quizás un poquito de todo. Otra medida preventiva a llevar a cabo quizás también es hacer una vuelta progresiva. Yo aquí e,n este caso recomendaría, fíjate que antes me preguntabas lo del tiempo, que si vamos a tener un mes de vacaciones, a lo mejor sería preferible que lo tengamos con una cierta intermitencia. Unos días de incorporación al trabajo, quizás me vuelvo a ir, me hago otra escapadita, me cojo otros días y así, que la vuelta sea un poquito más progresiva. Si no puede ser así, porque hay trabajos en los que nos obligan, nos exigen acogernos al mes entero, pues esa progresión nos la podemos proporcionar también en la propia incorporación al trabajo. Que no seamos radicales, es que muchas veces volvemos de vacaciones y decimos buah, me tengo que poner a dieta porque he comido un montón o terminantemente prohibido los helados. Y nada de salir de noche y ver a mis amigos, porque ya he tenido demasiado durante estas vacaciones. El restringirnos tanto, el prohibirnos tanto, el tomarnos tan, tan a rajatabla esa vuelta desde el punto de vista de restricciones, no, me entiendes? Nos lo hacen mucho más difícil, que una cosa es la vuelta a las rutinas que nos puede costar, pero que en el fondo a nuestro cerebro, insisto, le viene muy bien tener rutinas, tener un orden en nuestra vida, tener hábitos, que es lo que, sin embargo, parece que rompemos durante las vacaciones, es algo que nuestro cerebro agradece para poderse ubicar. Porque la vida es incertidumbre, la vida es inestabilidad. Entonces, como por una cuestión de equilibrio, sin embargo, a nuestro cerebro le gusta mucho buscar esa relativa estabilidad, aún aceptando que hay partes que no podamos controlar y a las que no les podamos poner orden.
¿Puede ocurrir el síndrome postvacacional después de un descanso más corto, de fin de semana, por ejemplo?
Jota: Y podemos tener este síndrome postvacacional en descansos muy pequeños, por ejemplo, lo típico, o sea, el fin de semana que estás parado tú puedes llegar a sentir, porque sí que puede ser que haya gente que incluso parando un par de días el domingo ya se sienta un poco de bajón, no? El hecho de mañana empieza otra vez, o eso es otra cosa y no tiene nada que ver con el síndrome postvacacional.
Paula: Bueno, sí, tiene una cierta similitud. Ahí influye mucho, fíjate, es un clarísimo ejemplo de cómo no son tanto los acontecimientos y las cosas que nos pasan en la vida, las que nos hacen sentirnos de una manera u otra si o si, sino que depende de cómo las pensamos, de cómo las interpretamos. La clave está en nuestro pensamiento. No sé si este ejemplo lo he puesto en alguna ocasión, a lo mejor en alguno de nuestros podcast, porque me encanta y me gusta muchísimo ponerlo. Y es el efecto de los viernes y los domingos, cuando llega un viernes estamos eufóricos, estamos contentos, pletóricos porque se nos presenta el fin de semana por delante. Ya por fin, fin de semana voy a poder hacer otras cosas. Y sin embargo llega el domingo y estamos tendentes pues eso a la depresión, al decaimiento, a la falta de fuerzas, falta de energía, poco ánimo. Y es porque estamos pensando que ya mañana es lunes y que se nos echa una semana de trabajo por delante. En realidad debería ser todo lo contrario. Los viernes deberíamos de estar cansados, deberíamos estar agotados, deberíamos estar sin esas fuerzas y sin esas energías, porque llevamos la carga del trabajo de toda una semana a nuestras espaldas, y es al revés. Por cómo lo pensamos es cuando nos sentimos eufóricos y enérgicos. Y sin embargo, el domingo que hemos descansado, que hemos reparado, que hemos pasado el fin de semana, pues por pensar, por pensar que se nos viene una semana de trabajo por delante ya entonces es cuando nos viene esa falta de ganas, falta de energía. Así que veamos que poder tiene nuestro pensamiento y no tanto lo que es el hecho en cuestión, no? En la situación o la circunstancia en cuestión en la que nos encontramos.
Jota: Fíjate, si, comentabas antes que hay distintos grados, distintas formas de experimentarlo cada persona, algunas como estrés, ansiedad o depresión. Y esto depende de algo, o la misma persona en distintos años, distintas vacaciones, en distintos momentos puede tener sensaciones distintas o unas veces tener el síndrome, otras veces no, cómo puede suceder?
Paula: Como te decía, hay muchas variables que influyen, el tipo de vacaciones que hayamos tenido, el tipo de trabajo que tengamos y a lo que volvemos. ¿Cuáles son esas nuestras obligaciones? ¿Cuáles son nuestras responsabilidades? Otra medida preventiva que yo propondría a llevar a cabo, por ejemplo, cuando estamos de vacaciones, incluso eso durante las vacaciones, para que luego el síndrome postvacacional no nos suponga tanto, es analizar y reflexionar con una cierta perspectiva y con una cierta objetividad. ¿Qué es eso que hay en nuestra vida que sin embargo a lo mejor no nos está gustando tanto? Y que en esa distancia y en esa objetividad, desde esa claridad desde la que lo estamos viendo, porque lo estamos viendo en eso, en perspectiva, que pudiéramos llegar a ciertas conclusiones e incluso, pues eso, llegar a ciertas medidas que podamos aplicar, no? Cuando volvamos, oye, que no pasa nada porque no nos guste nuestro trabajo, que a lo mejor nos podemos plantear un cambio, que quizás ese síndrome postvacacional del que hablamos no está marcado sólo y exclusivamente porque hemos vuelto de vacaciones y mis vacaciones han sido estupendas y me cuesta mucho el cambio. Es que a lo mejor no me gusta la vida a la que vuelvo. Yo tengo muchos pacientes que dicen buah vuelta otra vez a la normalidad, no? Y yo les digo que la normalidad es toda, la normalidad es tanto la que estamos de vacaciones como la que no, claro, si hablamos normalidad en términos estadísticos nos referimos a lo más abundante. Vale, sí, quizás las épocas de trabajo ocupan más, son más frecuentes, efectivamente, pero nuestra realidad es toda, la realidad es toda. Y mucho de eso que hacemos cuando estamos de vacaciones también nos lo podemos proporcionar en la vuelta a la rutina, en la vuelta al trabajo. Yo aquí también animo a recuperar ciertos elementos vacacionales que llamamos, no? Pues sí en vacaciones, todos los días, después de comer, me gustaba comerme un heladito y ese heladito me recordaba mucho a eso, a que estaba de vacaciones. ¿Que me lo impide hacerlo ahora? Cuando he vuelto a mi trabajo, no hay nada, absolutamente nada que me prohíba eso, con lo que, por tanto, a lo mejor puedo jugar un poquito también con esa baza. Pero insisto en lo de la reflexión sobre cómo es nuestra vida, también yo creo que las vacaciones tienen que servir un poquito para eso, no? Para mirarla con objetividad y quizás que nos ayuden también a tomar decisiones, porque hay muchas veces que con esos ritmos que llevamos, no paramos y no nos damos cuenta que a lo mejor algo está fallando, que puede cambiar y no hacemos nada para ello.
¿Qué tan serio puede ser el síndrome postvacacional?
Jota: Claro. ¿Y cómo de serio es el síndrome postvacacional? Porque yo entiendo que la mayoría de la gente lo vivirá pues como unos días, un poquito de bajón o con algo de estrés o lo que sea, y que luego, poco a poco te acostumbras y ya vuelves a tu día a día con normalidad. Pero no sé si hay casos más extremos en los que la gente lo viva pues con mayor intensidad y de forma más grave.
Paula: En principio, en terapia lo tratamos como una reacción de adaptación, con lo que por tanto entendemos que es un proceso y que no es que sea una cuestión de tiempo, pero que está ubicado en el tiempo. Necesitamos un tiempo para poner en funcionamiento esos mecanismos de adaptación, aceptar esa desestabilidad, esa inestabilidad emocional que se produce y a partir de ahí recolocar. No está mal venir a terapia, aun así, porque la terapia serviría como un apoyo y un acompañamiento en ese proceso de adaptación. Pero al final esas reacciones en muchas ocasiones también se pueden convertir en trastornos, es decir, sufrir de una manera más intensa esa desestabilidad que el poner en funcionamiento nuestros mecanismos de adaptación supone, y quizás sí que haga falta trabajar más intensamente en ciertos ajustes para llegar otra vez a la recolocación, a la aceptación. Ahora, insisto, hay veces que el síndrome postvacacional al final no deja de ser nada más que una explosión de algo que ya venía sucediendo antes en mi vida. En realidad, lo que estamos haciendo ahí en terapia es dar con el problema de origen y verdaderamente tratarlo. Si es un caso de insatisfacción vital, sí es un caso de hay algo que no me está gustando, quizás un acoso laboral, un problema de comunicación, falta de asertividad, que hemos hablado de ella en alguno de nuestros podcast a la hora de comunicarnos en determinadas situaciones. Entonces nos vamos más al problema en cuestión. Ya no es tanto el síndrome postvacacional el que estaríamos tratando, sino ese problema de origen. Y a veces cuesta llegar a ello. Así que hay que hacer ahí un trabajo de análisis y de exploración profunda.
Jota: Oye, Paula. Pues genial. Creo que hemos hablado bastante sobre esto. Yo creo que has dado unas claves importantes. Y aunque habíamos o es algo de lo que siempre se ha hablado y lo hemos tenido muy presente. Has dado unas pistas y unas claves ahí que a lo mejor no tan frecuentemente salen a la luz. ¿No sé si hay algo más que puedas o quieras añadir antes de terminar hoy?
Puntos clave para entender el síndrome postvacacional, prevenirlo y poder trabajar contra él.
Paula: Te propondría, si quieres, un poco recopilar esos puntos más importantes que nos pueden ayudar, o que nos puedan servir como medidas preventivas para entender el síndrome postvacacional y al mismo tiempo poder trabajar contra él.
Jota: Sí, y además que quizá porque no todo el mundo vuelve de vacaciones justo ahora, que puede que todavía haya gente que no ha vuelto y lo pueda utilizar todavía antes de sufrirlo.
Paula: Ah, claro, hay gente que todavía se está yendo de vacaciones, efectivamente. O sea que esas medidas preventivas que se pueden llevar a cabo durante las vacaciones quizás ya las puedan aplicar. Bueno, pues para aquellos que todavía no se han ido, yo les propongo eso, les propongo que utilicen sus vacaciones, aparte de descansar, reparar, desconectar y pasárselo muy bien. Les propongo que también miren su vida, que la miren con objetividad, que traten de analizar cada uno de los aspectos que la componen y que se pregunten muy mucho cuál es su grado de satisfacción con cada uno de ellos. Simplemente eso. Si esta reflexión la hacen por escrito, la hacen más consciente y por tanto, le va a ser mucho más fácil llegar a conclusiones. También para aquellos que todavía no se han ido de vacaciones, les propongo analizar muy mucho qué es lo que pasa durante sus vacaciones para detectar cuáles son esos elementos vacacionales que luego, sin embargo, se van a poder traer al día a día, que se van a poder traer a sus rutinas y a su vida de trabajo, por llamarla de alguna manera, vale? Que hagan ese análisis un poquito más exhaustivo y también que cuiden muy mucho cuáles van a ser las vacaciones que elijan, porque hay vacaciones que están demasiado marcadas por los compromisos. Y volvemos otra vez al tema de las obligaciones y esas cosas que muchas veces hacemos y sin embargo no queremos. Que sepamos que unas vacaciones son todo lo contrario, que son descansar, que reparar, que pensemos mucho en nosotros mismos y en lo que de verdad necesitamos. Eso para los que todavía no se han ido, para los que están volviendo, que hagan la vuelta de forma un poquito progresiva. Si no han podido hacer eso de las intermitencias, de me voy unos diítas, vuelvo, luego me vuelvo a ir y luego vuelvo. Quizás hacer esa incorporación progresiva de una manera en que no haya tantas restricciones que muchas veces volvemos pues de un modo muy auto exigente, muy rígido, muy estrictos, no? Porque eso, porque he engordado unos kilitos, hala, me tengo que poner una dieta súper estricta y terminantemente prohibido eso que he comido durante el verano que tanto me ha gustado. No. Eso es muy peligroso, eso hace que la vuelta a la rutina y a las obligaciones se nos haga mucho más dura. Es un poco lo que decíamos antes de que contemos con algún elemento vacacional para irnos incorporando poco a poco. Que si hemos hecho esa reflexión durante el verano y hemos visto que, con objetividad que en nuestra vida hay algo que no nos gusta que nos pongamos a ello, que es ahora el momento de aplicarlo, que es el momento de ponerlo en práctica. Eso es importante. Y sobre todo, sobre todo para los que estáis volviendo, para los que estamos volviendo que sepamos que esto es un periodo de adaptación, que entendamos que puede haber una cierta inestabilidad, que nos tratemos con mucho mimo, con mucho cariño, con mucho autocuidado, porque simplemente es un proceso, solamente es una fase y va a terminar. Nos vamos a incorporar rápidamente, que sepamos que a nuestro cerebro le gustan mucho los hábitos, le gustan mucho las rutinas. En el fondo busca la estabilidad en general y que sin embargo, además, si volvemos al trabajo está demostrado, hay estudios científicos que demuestran que volver al trabajo, que estar trabajando produce un muchísimo mayor rendimiento cognitivo, es decir, es entrenamiento cerebral, es como gimnasia para nuestro cerebro y es algo que nos va a ayudar a prevenir muchas enfermedades y favorece nuestra inteligencia, con lo que por tanto miremos más hacia lo positivo y no nos quedemos tanto con lo negativo. Pongamos el foco en aquellas cosas buenas que tienen volver a las rutinas del trabajo.
Jota: Genial. Pues menudo pedazo de resumen.
Paula: Ha sido un buen resumen, no?
Jota: Si, si. Pues Paula, muchísimas gracias por este primer capítulo después de las vacaciones y espero que no tengas problemas con el síndrome postvacacional.
Paula: Yo también lo espero, Jota.
Jota: Venga, pues muchas gracias y nos vemos pronto en otro capítulo.
Paula: Encantada de estar contigo, como siempre.
Jota: Chao, chao, chao