Jota: Muy buenos días a todos. Un día más aquí para hablar de salud mental y de nuevo estamos con nuestra querida amiga Ana Ballesteros, que como todos sabéis, es psicóloga sanitaria que trabaja con población adulta y adolescentes, aplica el enfoque cognitivo conductual y además es una pieza fundamental del equipo de Psicología Online Avanzada. Muy buenos días, Ana, ¿qué tal?
Ana: Buenos días. ¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Estás regulado? ¿Estás ansioso? ¿Tienes hambre?
Jota: Tengo una rabieta encima.
Ana: Gran tema.
Jota: Sí, sí, sí. Bueno, vamos a desvelar hoy qué podemos hacer cuando tenemos a nuestro hijo con una rabieta, qué origina esto, cómo podemos gestionarlo, cómo lo podemos evitar? Y seguro que nos descubres un universo nuevo para que en casa vivamos más…
Ana: Más tranquilos, ¿no?
¿Qué es una rabieta infantil y por qué ocurre?
Jota: Tranquilos. Cuéntanos, ¿qué es esto de una rabieta?
Ana: Pues mira, las rabietas son reacciones que tienen los niños, son muy intensas y son explosivas en forma de malestar, frustración. Entonces, ¿cómo se expresa esto? Pues lloran, gritan, pueden lanzar cosas, patalear, incluso algo agresivos hacia ellos o incluso hacia el entorno. ¿Qué pasa? Que esto yo he visto en consulta, a lo largo del tiempo mamás, papás, muy angustiados por estos momentos, realmente de no saber qué hacer, de no entenderlo. Entonces, he dicho: Ostras, vamos a intentar dar una perspectiva psicológica de qué es esto para aliviar un poco a estos papás con niños pequeños que no saben qué hacer en este momento. Y lo primero de todo decir es que es normal, que los niños no tienen la capacidad de regular sus emociones, que no tienen el autocontrol que tenemos los adultos, que no están desarrollados, su cerebro no está desarrollado aún para esa regulación emocional, para esa planificación, para ese autocontrol, para el control de impulsos que tenemos nosotros. Entonces, su manera de expresar el malestar es esto, es esta manera tan explosiva. Así que bueno, a ver cómo les podemos ayudar con esto.
¿A qué edad son más frecuentes las rabietas?
Jota: Vale. Bueno, lo primero, dime, cuéntanos, ¿cuál es la edad más frecuente para tener estas rabietas?
Ana: Bueno, pues suele ser el pico más fuerte de las rabietas entre los dos y los cuatro años, evidentemente, oscilando hacia arriba un poquito u oscilando hacia abajo. ¿Y esto por qué es? Porque el niño empieza ya a desarrollar el ‘yo’, es decir, la independencia de papá y mamá. Son un poco más independientes, ya andan, exploran, quieren ver cómo es el mundo. ¿Qué pasa? Que quieren explorar y quieren ser independientes, pero desconocen las normas sociales todavía, no saben lo que está bien o lo que está mal, no están en esta etapa de la crianza. Tienen un lenguaje muy limitado, por tanto no saben expresar realmente lo que necesitan o lo que quieren. Un niño de 10, 12 años te puede decir lo que necesita, lo que quiere, si está bien o no. Pues un niño de tres, pues probablemente no sepa. Entonces, ya empieza a identificarse como ‘yo’ independiente de mamá y papá, pero no sé decir lo que me angustia o lo que no. Entonces, es mi forma de expresarlo. Luego también es un momento de negación, de ‘no, no, no, no’ a todo, que esto aparece mucho. Y bueno, pues como no saben decir lo que necesitan o lo que les está ocurriendo, pues aparece esta forma explosiva de desarrollarlo.
Jota: ¿Que lo origina? ¿Por qué ocurre?
Ana: ¿Por qué pasa esto? Bueno, pueden ser múltiples razones. Una de ellas, por ejemplo, es que tenga sueño o tenga hambre, algo a nivel fisiológico, que esté sobreestimulado, por ejemplo, de repente hemos estado dos horas en un centro comercial con muchísima gente y ya no puedo más. Necesita atención o conexión emocional también. A lo mejor estoy jugando en el parque y tal, no he estado mucho con mamá o papá, entonces necesito ese abrazo, que estén conmigo. Como no sé decirlo, es mi forma de estallar. Pueden ser celos o inseguridades también, porque han visto a los papás interactuar con otros niños o por cosas de un hermano. Cambios en la rutina también, de repente de la rutina del verano me voy a la rutina del cole, me tengo que levantar a las 7: 30 de la mañana, no me apetece nada, tengo muchísimo sueño. Entonces, toda clase de frustraciones que ellos puedan tener pequeñitas en el día a día, pueden llevar a esto. También es verdad que las frustraciones a veces se van acumulando, como pasa con los adultos. De repente hay algo que te sienta mal de una amiga, te lo vas callando, luego al día siguiente lo vuelve a hacer. Entonces, como que se va subiendo, con los niños les pasa un poco esto. Tengo hambre, tal, no sé qué, ¡pum! Y pues pega este estallido, digamos, y puede estar unas tres horas gritando, a lo mejor tranquilamente.
Cuándo preocuparse: señales de que una rabieta no es normal
Jota: Bueno, por lo que nos has explicado, debe ser una cosa normal.
Ana: Sí.
Jota: ¿Cuándo deja de ser normal? ¿En qué momento dices: ‘esto no es normal’? Porque no sé, puede ser que no haya un origen o que la duración sea extrema…¿Cuándo nos deberíamos preocupar de esto no es normal, lo que está ocurriendo?
Ana: Yo revisaría primero el entorno del niño. Si el niño está en un entorno seguro, con los papás responsables, con apego seguro a ambos, en el cole no está pasando nada, en general las rabietas son normales. ¿Qué pasa? Que los niños, no todas las personas somos iguales. Nacemos con un temperamento, que es este carácter, y luego se va desarrollando la personalidad. Entonces, hay niños con un temperamento muy fuerte y niños que no. Entonces, a lo mejor de repente has tenido un niño con un temperamento supersuave, y luego de repente te viene un segundo niño que tiene un temperamento mucho más grande. Yo siempre digo que si tú dudas sobre lo que te está pasando con tu hijo, pues que hables con el pediatra, que puedas hablar con un psicólogo infantil, eso está muy bien, pero generalmente las rabietas son normales. ¿Cuándo no serían normales? Cuando el niño no está en un contexto normal, en un contexto traumático, de que le está pasando algo, a lo mejor las rabietas son muy intensas, muy duraderas, diarias. Ahí a lo mejor nos podríamos preocupar, pero generalmente que ocurran son 100% normales y es básicamente porque el niño no tiene la capacidad de decir lo que le pasa y de gestionarlo o de ponerle solución. Digamos que los papás funcionan como los reguladores de los niños. Mi hijo no sabe regularse emocionalmente, tengo que ser yo quien le enseñe. Entonces, por eso, muy importante, aunque sea difícil, intentar mantener la calma y que los papás estén regulados y estén estables para poder gestionar esos momentos.
Estrategias para gestionar las rabietas de tu hijo
Jota: Bueno, pues cuéntanos cómo gestionar esto. Ya tenemos al niño con la rabieta en marcha, ya está en el supermercado tirando las bolsas de patatas y gritando como loco. ¿Qué hacemos?
Ana: Sí. ¿Qué hacemos? Lo primero que tenemos que intentar es que la situación no vaya a peor. Es decir, si el niño está pataleando y se puede hacer daño, llevarlo a un lugar en el que no haya ningún riesgo, porque a veces sin querer se pueden dar un cabezazo, se pueden hacer daño, pueden pegar a alguien sin querer. Entonces, siempre intentar llevarlos a un entorno seguro. Lo segundo, tratar de mantener nosotros la calma. Si el niño está gritando y nosotros nos ponemos a gritar, el niño se desregula muchísimo más, la rabieta puede ser más intensa. Entonces, tenemos que intentar dar instrucciones muy claras y muy firmes que el niño pueda entender. Luego, muchas veces, cuando estamos en ese pico, no podemos solucionar. Es decir, en ese momento el niño no va a razonar, al igual que tú no razonarías en un momento de enfado extremo. Entonces, tenemos que esperar a que el niño se regule e intentar ver qué necesita. Si tiene hambre, intentar dar eso, darle agua, un abrazo, lo que consideremos que el niño necesita, pero nos vamos a comer ese pico para que eso vaya descendiendo. ¿Y qué pasa? Que como los papás les genera tantísimo malestar, lo que intentan es que eso finalice, pero es que es un proceso natural, el niño necesita expresarlo para luego que regrese la calma. Todo esto se puede prevenir de varias maneras. Yo lo que les propongo a los papás es que intenten revisar en el día, si su hijo está viendo que está en el pico de las rabietas, que revisen en el día un poco cómo están emocionalmente. Por ejemplo, lo podemos hacer, por ejemplo, podemos poner tres caritas en su habitación, una verde con una sonrisa, una amarilla con esa sonrisa así a medias y una roja de: Estoy enfadado, estoy mal. Entonces, ir preguntándole cómo se va sintiendo, si está en el verde, estoy feliz, estoy contento, estoy motivado. Si estoy en el amarillo, es que ya me está pasando algo y si estoy en el rojo, es que ya estoy enfadado. Entonces, desde ahí empezar a regular para poder prevenir. Y luego, tratar de entender qué le está pudiendo pasar a mi hijo. Es decir, mi hijo no es que esté queriendo montarme un pollo en el Mercadona, no. Lo que le está pasando a mi hijo es que tendrá sueño o le ha pasado algo que no le gusta, está desregulado, etcétera. Tratar de entender la mente de un niño, porque muchas veces lo que veo es que sin querer nos situamos como iguales. Es que mi hijo me tira cosas, es que mira lo que pasa, es que se porta fatal y es como: no, es que se esté portando fatal, es que le está pasando algo y no sabe gestionarlo. Si muchas veces los adultos perdemos los papeles, pues imagínate un niño que no tiene desarrollada esa capacidad.
Jota: Y cuando no estamos en casa con ese cuadro de con las caritas ahí para saber un poquito de identificar qué le está pasando. Estás fuera, estás en un restaurante con amigos o haciendo la compra. Y de repente, ¿cómo podemos evitar que lleguemos a ese estado?
Ana: Claro.
Jota: Antes de que empiece, ¿qué podemos hacer para evitarlo?
Ana: Claro. Si sabemos a lo mejor que vamos a ir a un restaurante y que el niño se puede sobreestimular, un poco hablar con ellos antes: ‘oye si en algún momento te apetece salir, me lo dices.’ Atender al niño mientras estamos comiendo, por ejemplo. Muchas veces el niño se pone a dar una rabieta porque ven que los adultos están hablando y no me están haciendo caso. Llevar algún distractor para que el niño pueda jugar. Y luego, cuando pasemos por esas rabietas terroríficas, cuando se regresa la calma, es importante hablar de eso con los niños, de: ‘si en algún momento te sientes mal, me lo puedes decir’. Darle un abrazo. Esa conexión emocional que podemos establecer con el niño también es muy importante, pero hay muchas veces que simplemente tenemos que dejarlas pasar, es decir, van a ocurrir sí o sí, porque son naturales de esa edad. Entonces, lo que tenemos que intentar, evidentemente, irnos con el niño, distanciarnos, ver qué necesita, escucharles, dar instrucciones firmes y sobre todo que la situación tratar de que no vaya a peor. Siempre hay que estar presentes. No podemos dejar que el niño esté llorando, lo ignoro, no. Tengo que estar presente, quedarme con él y ver qué le está pasando y ver qué necesita. ¿Qué pasa? Que para un adulto eso es muy incómodo, pero es lo que el mundo del niño necesita en ese momento, que estés con él, que le hagas caso y que revises cuáles son sus necesidades en ese momento. Y evidentemente, el malestar y la vergüenza van a aparecer, pero es que tienen que pasar por ahí para luego entender que no es la manera de hacerlo.
Jota: Me imagino que no es lo mismo que esta rabieta suceda en un entorno en el que estamos solos en casa y tal, que aguantas, que estés en un entorno en el que estás, como hablábamos, en un restaurante, que hay más gente, que puedes estar molestando. En un vuelo, en un avión, que no tienes donde huir. ¿Cómo puedes gestionar para intentar molestar lo menos posible al resto de la gente que hay alrededor? Y además, comprender también el problema que tiene tu hijo y llevarlo como estás comentando.
Ana: Es que muchas veces no se puede cortar el llanto o el grito, me explico. Es decir, ese niño está expresando lo que necesita. Lo que tengo que intentar es siempre tener ese contacto con el niño, o sea, estar con él todo el rato pendiente de que no se haga daño, de intentar calmarlo, intentar sosegarlo, abrazarlo, utilizar distractores, jugar con él o interactuar. Eso puede hacer que quizá la situación no vaya a peor, pero el niño va a seguir llorando durante un tiempo. Entonces, también hay que asumir y entender que los niños necesitan expresarlo así. Los niños van a llorar sí o sí, aunque nosotros no queramos, aunque nos dé vergüenza. Y si estamos en un lugar que no es para el niño en ese momento y tenemos que salir, tendremos que salir en caso de que podamos de ese restaurante, porque a lo mejor en ese momento el niño simplemente nos está pidiendo que le hagamos caso. Entonces, evidentemente los contextos a veces no son los más favorables y por eso creo que es tan importante lo que ocurra en la rabieta como lo que ocurre después. Es decir, tú durante el día revisas qué le pasa a tu hijo, es decir, le vas preguntando, hablas sobre: ‘Oye, el otro día, al final diste una patada, sabes que esto no lo puedes hacer.’ Como reconducir para que el niño vaya aprendiendo cómo gestionar esos momentos. ¿Me explico? ‘Si en algún momento ves que te empiezas a sentir mal, la próxima me lo puedes decir antes.’ Si sabes que siempre se pone nervioso cuando vais a cenar por ahí o cuando vais al centro comercial, tratar de prevenir eso, estar muy pendiente del niño. Es decir, es tan importante lo que ocurre dentro de la rabieta como lo que tú le vas enseñando después, no ignorando lo que ha ocurrido, sino conversándolo con el niño dentro de lo que él pueda entender, por supuesto.
Jota: Claro. Por lo que comentas, es muy importante este acto que se hace después.
Ana: Exacto.
Jota: Para minimizar el futuro y tú también saber…
Ana: Exacto.
Jota: …cuál ha sido el origen y poder tener más cartas con las que jugar en la próxima partida.
Ana: Exacto, exacto. Eso es. Sí, es poder hablar dentro de lo que ellos saben de las emociones. Estoy contento, estoy enfadado o estoy…no sé. O sea, desde su capacidad emocional, pues ir preguntándole y sobre todo, sabiendo qué contextos o entornos hacen que mi hijo se desregule, prevenirlo de la mejor manera posible. Pero va a haber veces que sea inevitable, porque como digo, se van sumando factores en el día y el niño no tiene la capacidad de expresar lo que necesita, de solucionarlo y de regularse. Por eso es importantísimo que el padre no se desregule. Luego también, muy importante, no pasa nada si en algún momento le has gritado, etcétera, le has hablado mal. Porque también somos personas los adultos y a veces podemos perder los nervios. Lo digo porque muchas veces los papás luego se sienten super culpables: ‘es que al final le grité a mi hijo y le dije no sé qué’. Vale, no pasa nada. Hay veces que hay que dar instrucciones firmes en esos momentos también para que la situación no vaya a peor. Pero también entender que si perdemos los papeles, no pasa nada, aprendemos. Pero perder los papeles, lo que nos dice la ciencia, lo que trabajamos en consulta tanto con niños como con papás, es que cuando el papá se desregula, generalmente el niño se desregula más, entonces tenemos que tratar de evitarlo.
La importancia de los límites y el estilo de crianza en la gestión de rabietas
Jota: Claro. ¿Hasta qué punto puede ser un problema el consentir habitualmente al niño todo, no decirle nunca que ‘no’ a nada y en un momento dado, por la circunstancia que sea, decirle que ‘no’ a algo?
Ana: Bueno, es que es muy… Mira, en la crianza es tan importante el afecto como la autoridad. O sea, son dos pilares que tienen que existir siempre. Si hay mucho afecto y poca autoridad, estamos en un estilo de crianza permisivo. Este estilo de crianza no ayuda al niño a saber cuáles son las directrices sociales, a poner límites, no sabe lo que está bien o lo que está mal. Entonces, el niño se puede sobrepasar tanto en otros entornos como con sus padres también. Por lo tanto, es muy importante que los niños tengan límites claros. De hecho, cuando no son límites claros, puede dar más lugar a rabieta, porque a lo mejor esa rabieta la intención es conseguir algo, por ejemplo. Si de repente me apagas la tele porque yo quiero verla más y siempre me estás dejando ver la tele, yo no entiendo por qué la estás apagando ahora. Es decir, no hay un límite claro de que tú sabes que a las nueve de la noche la tele se apaga. Si tú ya predispones al niño a tener rutinas claras y límites claros, el niño sabe que a las nueve de la noche la tele se apaga. Algún día tendrá rabieta, pero la mayoría de veces probablemente no, porque ya lo puede prever. Los niños necesitan rutinas, que las cosas se hagan siempre de la misma manera, es lo que más ayuda en una crianza. Al igual que mucha autoridad con poco afecto, también es un estilo de crianza que daña al niño. El afecto es importantísimo para los niños, abrazarlos, que se sientan importantes, que se sientan… Incluso que pueden tomar pequeñitas decisiones dentro de la casa. Entonces, es tan importante que sienta una cosa como la otra y eso puede favorecer, por supuesto, que haya más rabietas.
Jota: Claro. ¿Cómo afecta una situación en la que dejamos al niño, ocasionalmente, al cuidado de otra persona, los abuelos o alguien, porque te vas puntualmente a una cena o un poco de descanso del niño? Ese niño con otras personas que no son sus padres, con los que está habitualmente, que son los que le ponen límites, ¿qué probabilidades hay de que existan estas rabietas? ¿Es menos probable, es igual de probable, más probable? ¿Cómo sería?
Ana: Yo creo que depende de quiénes sean estas figuras. Si son figuras que siempre… lo que hay que intentar es cuando empezamos a dejar los niños con otras personas que se intenten de ser figuras que hayan estado presentes en la vida de esos niños. Si de repente lo voy a dejar con una persona externa, una canguro, una nani, como queráis llamarlo, creo que tiene que ser algo progresivo, que primero estén los papás presentes, etcétera. Si es con los abuelos que ya conozco, yo te diría que existe la misma probabilidad. Es decir, si el niño está desregulado, tiene sueño, le ha cambiado la rutina, papá y mamá no están conmigo, es probable que tengan estas rabietas, que es un poco el miedo que a veces tienen los abuelos de que los niños se queden. Entonces, los abuelos en ese momento harán lo que puedan, evidentemente, y si tienen que aparecer papá y mamá, pues tendrán que gestionarlo papá y mamá. Yo te diría que… no sabría decirte de probabilidades, pero yo creo que existe la misma. Siempre y cuando el niño esté desregulado, puede aparecer esta explosión emocional.
Jota: Hemos hablado de las rabietas. Hay un montón de cosas que le pasan a los niños de estas edades que estamos comentando, que son un reto para los padres, sobre todo si es el primer hijo. ¿Hasta qué punto un psicólogo puede ayudar a gestionar o a entender todas estas circunstancias, y es conveniente que estos padres, con estas dudas, puedan ir a terapia para aprender todo esto?
Ana: Yo creo que mucho, la verdad, porque me han venido papás muy angustiados por la crianza, sobre todo papás primerizos o papás con varios hijos que además tienen la carga laboral, gestionar el tiempo y todo esto conlleva muchas frustraciones, lleva mucha culpabilidad también sobre si lo estoy haciendo bien o no. Y ayuda mucho a entender, por ejemplo, el ciclo evolutivo, es decir, qué es normal que haga mi hijo, a qué edad, qué puedo esperar, qué necesidades tiene, cómo actuar, qué necesita en este momento, necesita esta parte de afecto, necesita esta parte de autoridad. El poner límites, establecer esos límites que sean claros y que sean firmes, ayuda muchísimo venir a terapia para eso, porque entiendes mucho más la mente del niño, cómo funcionan y te ayuda a gestionarte también como papá toda la frustración que puede acarrear estar a cargo de tus hijos. Así que son espacios que suelen aliviar y la expresión emocional también de decir: ‘Hoy ha sido un día terrible, estoy harta’. Porque muchas veces es eso, es: ‘Jolín, vengo de trabajar y mi hijo está llorando y el pequeño no sé qué quiere.’ Y claro que ayuda mucho a a recolocar y a tener tu espacio también como adulto, de poder decir lo que sientes, de expresarlo y de saber que es normal. Y bueno, de hecho, es que el tema de este podcast viene un poco de los pacientes que me he ido encontrando a lo largo del tiempo, de tratar de gestionar estos momentos que les han ocasionado mucha frustración.
Jota: Claro. Pues Ana, muchísimas gracias por otro capítulo estupendo.
Ana: A ti.
Jota: Espero que todos hayamos aprendido un poquito sobre estas rabietas, que los entendamos más. Y nada, espero verte muy, muy pronto en otro capítulo.
Ana: Nos vemos muy pronto. Hasta luego. Chao.
Jota: Chao, chao.



