Jota: Muy buenos días a todos. Un día más aquí para hablar de salud mental y de nuevo estamos con nuestra querida amiga Paula Massa, que como todos sabéis es psicóloga experta en terapia online con más de 20 años haciendo terapia, más de ocho haciéndolo de forma online. Además, es supervisora y apoyo del equipo de Psicología Online Avanzada. Muy buenos días Paula, Qué tal? Cómo estás?
Paula: Buenos días, Jota. Encantada de estar aquí.
Jota: Sí, sí, yo también estaba deseando tener otro podcast así en presencial. Ya se está volviendo.
Paula: Se está volviendo una dinámica.
Jota: Una dinámica frecuente. Nos hemos vuelto muy autoexigentes y tenemos que ir haciéndolo así. Vamos a hablar de autoexigencia.
Paula: Vamos a hablar de autoexigencia.
Autoexigencia y productividad: ¿una relación confusa?
Jota: Vamos a hablar de autoexigencia y relacionarlo un poco con el tema de la productividad.
Paula: Sí, claro.
Jota: Cuéntanos qué relación tiene.
Paula: Bueno, toda, toda, porque incluso a veces la autoexigencia la llegamos a confundir con productividad, que es lo que ocurre cuando estamos en un modo autoexigente o qué les ocurre a las personas autoexigentes. Pues que piensan que si no son productivos, no valen. Están asociando su valía por el hecho de hacer, de hacer cosas y tienen que ser cosas útiles. Si no, no hay valor. Por eso tiene una relación directa con la productividad.
Jota: Es verdad que puede que haya muchos casos en los que sea así, pero para mí es bastante frecuente encontrarme con gente que a priori parece que el problema que tienen es la autoexigencia y que ese mismo motivo hace que no sean productivos, porque lo que ocurre es que no son capaces de sacar un producto al mercado o de dar un paso adelante porque lo que tienen no es lo suficientemente bueno.
Paula: Claro.
Jota: Por ese problema de autoexigencia.
Paula: Es cierto, y de hecho es el título de nuestro capítulo de hoy. Porque decimos la trampa de la autoexigencia cuando la productividad se convierte o nos quita la paz, no? Algo así dice el título. Y es que, efectivamente, muchas veces el ser autoexigentes nos hace ser poco productivos realmente, aunque el objetivo primero o la motivación inicial aparentemente es esa, la del producir. Y quizás la diferencia esté en que a la persona autoexigente le puede estar moviendo el miedo, mientras que no es tanto el deseo. Por eso no hay que confundirlo con la capacidad o el deseo de superación y las ganas de superarse. Efectivamente, la persona autoexigente puede ser que al final se paralice, se bloquee, no avance, como tú dices, y por una cuestión a veces también de perfeccionismo, que aunque no va, no es lo mismo, va muy unido, mejor dicho.
El origen de la autoexigencia y su impacto en la sociedad actual
Jota: Claro. ¿Cómo ocurre esto? ¿Porque hay unas personas más autoexigentes que otras? ¿Qué es lo que sucede, que tengas esta diferencia, de dar más valor o no a ciertas cosas?
Paula: Puede ser una cuestión de aprendizaje, puede tener mucho que ver con nuestra infancia, con nuestros orígenes, con el entorno en el que nos hayamos educado. También tiene que ver mucho la sociedad en la que vivimos. Es una sociedad bastante exigente, que promueve mucho a la autoexigencia y bueno, al final todos procesamos de manera diferente. Entonces esto les puede calar más a algunas personas hasta el punto de hacerles ser extremadamente exigentes y a otras no tanto.
Jota: Esto sucede no solamente con temas de productividad, no? Al final, al meter autoexigencia en todos los ámbitos, en el aspecto físico, en el deportivo, en muchos ámbitos. Pero sin embargo, supuestamente se habla mucho de que la gente más joven ahora mismo es más, le cuesta más hacer ciertas cosas, tener más disciplina. También puede estar asociado a todo esto. ¿Es así realmente?
Paula: Bueno, hay de todo, no? Como en todo. Pero si que es verdad que a día de hoy está ocurriendo un fenómeno bastante curioso que es el de la inmediatez, el de los refuerzos a corto plazo. Esto nos impide tener paciencia, esto nos impide respetar los procesos y entonces a lo mejor en ese sentido esto choca, no? Con el hecho de ser autoexigentes, quizás estamos más esperando recompensas inmediatas, refuerzos inmediatos a corto plazo, no nos podemos permitir ser muy exigentes con nosotros mismos. Podría ser. Podría ser que una cosa chocara con la otra. En cualquier caso, yo creo que aún a pesar de este fenómeno de la inmediatez, la autoexigencia, precisamente porque es una trampa, puede aparecer ante esta ambivalencia y ante esta contradicción. Tampoco tiene porque venir tan directamente conectado.
¿Dónde está el equilibrio saludable entre exigencia y descanso?
Jota: ¿Cuál sería el punto medio correcto en el que estar, en el que ser un poco exigente o tener la exigencia suficiente para hacer ciertas tareas pero no pasarse de autoexigente y que nos frene en en la productividad, por ejemplo?
Paula: Bueno, es que yo no creo que sea una cuestión cuantitativa, creo que es más bien una cuestión cualitativa. Me refiero a que cuando somos autoexigentes de una forma extrema y esto se vuelve en nuestra contra y afecta por ejemplo, a nuestra productividad, como estábamos diciendo antes, o nos genera ansiedad, etcétera. Lo que ocurre es que nos está moviendo el miedo, no nos está moviendo tanto el deseo, vale? Y entonces ahí es una manera de poder marcar un poquito la diferencia. A eso me refiero con lo de que no es tanto una cuestión de grado. No es una cuestión de cantidad, sino que es una cuestión de qué es lo que en un principio nos mueve a ello. Porque hay un gran miedo al fallo, un gran miedo al fracaso, miedo al error. Esa podría ser una de las maneras de matizar o diferenciar. Luego, sí lo podemos ver desde un punto de vista, a lo mejor más de grado, más cuantitativo, o mejor dicho, quizás si enfocamos más nuestra atención hacia el tema del descanso, del parar, del reparar. También dándole importancia a esto. Hacia la idea de no porque no estemos haciendo cosas, no estamos siendo válidos, vale? Entonces el entender que nuestra valía está en el ser, no en el hacer. Si nosotros tenemos presentes estas ideas como la del descanso, la parada, la reparación, el autocuidado, y conseguimos entender que no porque estemos haciendo cosas constantemente vamos a ser más valiosos. Yo creo que entonces estaremos modulando y estaremos equilibrando bastante el tema de la autoexigencia.
Jota: Vale, o sea que el punto no es estar buscando la perfección de algo, sino que no sea lo único que rodea a nuestra cabecita y que tengamos espacio y tiempo para todo.
Paula: Sí, claro. Yo creo que la diversidad siempre nos va a ayudar bastante, no? A equilibrar esto. Es cuando nos obsesionamos y ya la palabra obsesión denota enfermedad y denota malestar. Es cuando nos obsesionamos, cuando entonces estamos siendo autoexigentes.
Jota: Claro. Centrándonos en esta autoexigencia, pensando en esa tarea que queremos realizar y que esté bien hecha. También pasa que hay gente que no se auto exige nada y hace tareas intentando cumplir que a lo mejor no llega ni a un mínimo. ¿Habría que tener un poquito de criterio y que cuando estás haciendo algo tengamos un mínimo de valor y pongamos un poco más de foco en una tarea para realizarla mínimamente con un valor aceptable?
Paula: Sí, pero a qué te refieres? A que, por ejemplo, alguien quiera superarse y quiera llegar a una meta o quiera llegar a un objetivo?
Jota: O incluso en un trabajo que le manden una tarea a realizar y no busque…
Paula: ¿Terminarla?
Jota: Sí, o sea, terminarla lo más simple posible y sencilla, a lo mejor llegando al mínimo de calidad, no suficiente para que sea un trabajo decente.
Paula: ¿Pero crees que no ser autoexigente podría llevar a pasar eso?
Jota: No, no hace falta ser autoexigente. Claro, pero a lo mejor es la falta de un mínimo de exigencia para que se llegue a ese punto? A lo mejor no tiene nada que ver.
Paula: Sí, claro. No, no te entiendo. Te entiendo. Sí, claro. Si es que yo, por ejemplo, se lo digo mucho a mis pacientes. Sí en un principio, el hecho de pedirte, de tener objetivos, de ponerte metas, es una característica de tu personalidad que es muy buena y probablemente se habrá visto reforzada en muchísimas ocasiones. Sí el problema está en que te lo pidas de forma excesiva, que lo lleves a un extremo porque es ahí cuando se te va a volver en tu contra y que normalmente cuando lo estás haciendo así, vuelvo un poco a lo de antes, no te lo estás pidiendo desde el deseo, te lo estás pidiendo desde el miedo. Quizá si nos lo pedimos desde el deseo nos permitimos llegar a nuestras metas, vale, pero si nos lo pedimos desde el miedo, es cuando a lo mejor entramos en ese exceso. Nos vamos a ese extremo que como tú muy bien decías antes, está en contra casi incluso de la productividad.
Jota: He escuchado muchas veces: mejor hecho que perfecto.
Paula: Claro, Exacto.
Jota: Pero siempre porque volvemos un poco a lo mismo. Puede haber un criterio donde haga falta que haya algo mínimo, no? De trabajo, de esfuerzo, de no a lo mejor de trabajo, de esfuerzo, sino de calidad en el resultado. Mmm que a lo mejor hay gente que no tiene una exigencia mínima aceptable para que saque ese producto y que es todo lo contrario a lo que buscamos en este en este capítulo. ¿Pero también se puede dar el caso ese extremo?
Paula: Sí, claro. Bueno, esta frase de ‘mejor hecho que perfecto’ yo creo que está apelando al concepto de perfeccionismo que tiene, como te decía, mucha proximidad con la autoexigencia. El perfeccionismo es que al final la perfección no existe. No? Entonces, qué es lo que le ocurre a la persona perfeccionista que siempre, siempre va a encontrar un pero? Y la persona perfeccionista, la mente perfeccionista va mucho en búsqueda de esto, va en búsqueda de lo que falla. Por eso, a lo mejor, al mismo tiempo, las personas perfeccionistas pueden ser personas un poco más tristes, más apagadas, que estén decaídas y que incluso sean ansiosas porque el contenido de sus pensamientos está muy basado en lo que no tengo, en lo que me falta. Siempre viene con un tono negativo, vale? Estamos hablando de una persona perfeccionista extrema. Vale, o sea, imaginemos pues eso la persona que va buscando la perfección en todo, como no existe, al final, nunca la encuentra. Eso es frustración de primeras, no?
Las consecuencias del perfeccionismo extremo en el bienestar emocional
Jota: ¿Qué le ocurre a estas, a estas personas en su día a día, si están tan obsesionadas con llevar a este grado de perfección todo lo que hacen?
Paula: Todo lo que hacen, absolutamente todo, puede ser una comida, puede ser un… Pero no solo lo que hagan ellos, sino incluso lo que les dan, lo que les proporcionan. Al final se puede convertir en una generalización. Absolutamente en todo. Pues eso, yo creo que puede llevar a un estado de negatividad, puede llevar incluso a estados depresivos y cómo no, ansiosos también porque el hecho de percibir los ‘peros’, lo que me falta es amenazante. Démonos cuenta que nuestra mente y nuestro cerebro es superviviente, va a poner mucho la atención, va a poner siempre el foco en aquello que necesita para sobrevivir. La persona perfeccionista se está diciendo que necesita la perfección para sobrevivir y nunca llega. Entonces su vida siempre se está viendo amenazada.
Jota: Claro.
Paula: La persona perfeccionista, su mente, le está diciendo que si no logra la perfección, se muere. Así de fuerte. ¿Cómo viviríamos si estamos constantemente amenazados por la muerte? Fatal, no? Rodeados de miedo.
Jota: ¿En qué desemboca esto? Porque entiendo que viviendo en esa situación a lo largo del tiempo, pasará factura.
Paula: Efectivamente. Claro, hombre. Estados de ansiedad prolongados. Bueno, normalmente nos llegan a consulta sufriendo síntomas de ansiedad con una problemática de ansiedad. Es cuando hurgas y no hace falta hurgar demasiado. Cuando empiezas a indagar un poquito en la vida del paciente, cuando descubres que es la autoexigencia lo que le lleva a estos estados de ansiedad. Si además estos estados de ansiedad se han visto prolongados en el tiempo, es cuando empezamos con los síntomas depresivos y entonces ya nos metemos en un hoyo todavía más profundo, no? Y efectivamente, también puede llegar una persona a consulta con esta problemática estando viviendo un trastorno de depresión, y al final hurgamos y escuchando a la persona y entrando en su interior y dejándole que se abra y ordenando sus ideas, descubrimos este tema del perfeccionismo y la autoexigencia.
Jota: Claro que entiendo que estos pacientes no son conscientes de que el origen del problema es este.
Paula: En principio no, de hecho, la autoexigencia no la considera nunca una amenaza. O sea, cuando tú le dices a un paciente: es que eres demasiado exigente contigo mismo, incluso les sorprende. Son tan exigentes que piensan que no están siendo lo suficientemente exigentes. ‘Qué va! Si yo no me exijo.’ ‘Uy, qué va! Si yo me exigiera, qué bien haría las cosas!’ Y ya con esa frase lo están diciendo todo, no?
Cómo detectar y abordar la autoexigencia antes de que se convierta en un problema
Jota: Entonces este capítulo probablemente lo estén ignorando todos los que están con esta problemática porque no son conscientes de que sea un problema para ellos. ¿Hay alguna manera de sacarles antes de que sea demasiado tarde? De esto, en el punto en el que no están sintiendo esa ansiedad, esa depresión que les está llamando a terapia por otro problema que no es este.
Paula: Ya. Bueno, a ver, están los que no reconocerían, quizás su autoexigencia porque son muy exigentes, pero luego también están los que saben que son autoexigentes y sin embargo quizás no han hecho nada para trabajar contra ello. Porque por lo que te decía antes, la sociedad también lo refuerza, la sociedad también lo valora. Es una sociedad competitiva en la que vivimos y parece que tenemos que estar siendo los mejores siempre, en todo, no? Aparte de aquello de el estar activos, porque eso es lo que nos da valor. Entonces, yo creo que muchas personas que saben que son autoexigentes pero nunca lo verían como una problemática y a lo mejor no vienen a consulta por eso, pero cuando les haces ver que es precisamente el cómo se hablan, cómo se piden aquello que van a hacer en su día a día, que se escuchen por un instante y que se imaginen cómo sería el vivir con alguien que está fuera de nosotros y que nos está hablando constantemente así. Al final, cuando lo visualizas te das cuenta que se puede hacer insoportable y es cuando esta persona toma conciencia.
Jota: ¿Puede ser que el entorno de la persona sí esté viendo que hay un problema, que puede ser la autoexigencia, que está esta persona centrada, que no termina de sacar adelante ciertas cosas, que sí se den cuenta del problema y puedan hacérselo ver o….?
Paula: Sí, pero fíjate que este es un mensaje muy difícil de escuchar a los tuyos. Cuando por ejemplo, te llegara a tu madre y te dijera: ‘pero es que necesitas descansar, es que deberías de descansar un poquito, no? Y para, ya verás como mañana lo ves de manera diferente.’ Y tú estás erre que erre con que quieres sacar algo y como que no la haces tanto caso. A mí me lo dicen muchas veces familiares de pacientes también dicen ‘pero si es que lo mismo que les dices tú se lo estoy diciendo yo y a mí no me escucha.’ Bueno, pues también es la parte mágica de la terapia, no? Es verdad, no decimos grandísimas revelaciones los psicólogos. Por supuesto que no, y mucha gente se sentirá identificada con esto. Que están diciendo exactamente lo mismo. No estamos para dar consejos, eso está claro, no? Y el psicólogo sirve para algo más que el mero hecho de hacerte una recomendación. Pero a veces en esto de las recomendaciones damos exactamente las mismas que te podría dar tu amigo, que te podría dar tu familiar y sin embargo no se nos escucha de la misma manera. O sea, quizás se nos escucha más, quizás se nos hace más caso en esto también porque por el efecto de la no implicación personal, de la no vinculación emocional, de esa objetividad que te hace verlo más claro y también puede ser que te haga ser más comunicativo. Estamos muy acostumbrados a tener una comunicación asertiva. También podemos decir las cosas mejor, podemos jugar un poquito con esa ventaja, pero yo creo que sobre todo aquí es el efecto del receptor el que lo escucha.
Jota: Pues yo creo que nos ha quedado bastante claro, veo un poquito, porque todos al final tenemos un cierto grado de autoexigencia y que hay momentos en los que te enzarzas con algo y bueno, lo que te dice tu madre de: ‘Descansa un momento para, y que al día siguiente seguro que lo ves de otra manera.’ Habrá que hacerle un poquito más de caso. Y que esa gente también sea consciente de que puede llegar a un problema peor de ansiedad, de depresión, tal como nos has comentado. Muchas gracias Paula por otro capítulo estupendo y espero verte muy prontito en otro capítulo.
Paula: Gracias a ti Jota. Encantada de estar aquí siempre.
Jota: Chao, Chao.
Paula: Adiós.



