106 – Cómo evitar que la vergüenza limite tu vida

Jota: Muy buenos días a todos. Un día más aquí para hablar de salud mental y de nuevo estamos con nuestra querida amiga Patricia, que como todos sabéis, es Psicóloga Sanitaria enfocada en población adulta que trabaja desde las Terapias Contextuales y es una pieza fundamental del equipo de Psicología Online avanzada. Muy, muy buenos días. Patricia, ¿qué tal? ¿Cómo estás? 

Patricia: Buenos días, Jota. Muy bien, por aquí andamos un día más con muchas ganas de poder charlar un ratito contigo. 

¿Qué es la vergüenza desde una perspectiva psicológica?

Jota: A mí me da un poquito de vergüenza, que soy un poco vergonzosillo, de estar aquí delante del micrófono y con las cámaras, pero vamos a intentarlo. Si quieres, vamos a empezar definiendo precisamente lo que es la vergüenza para que todos lo sepamos, que es el tema del que vamos a hablar hoy. Cuéntanos un poquito, ¿qué es la vergüenza, al menos desde una perspectiva psicológica? 

Patricia: La vergüenza es una emoción más del repertorio emocional con el que nacemos las personas y son muchas las emociones que podemos sentir. Bueno, sin querer profundizar mucho, pero digamos como que hay dos tipos de emociones: las emociones primarias o básicas, que son con las que nacemos desde que nacemos, ya las tenemos en nuestro repertorio. Y luego estarían las emociones secundarias o emociones sociales, que son aquellas que son fruto un poquito del aprendizaje. Es decir, una persona en Hong Kong no va a sentir vergüenza por las mismas cosas ni de la misma manera que una persona de aquí, de España, por ejemplo. Es decir, en estas emociones secundarias influye mucho un componente cultural, un componente de aprendizaje. Por eso se denominan emociones secundarias y emociones sociales. Además, este componente de aprendizaje implica que yo he tenido que valga la redundancia, aprender cuándo debo sentir vergüenza, cuándo otras personas de mi entorno han mostrado vergüenza, qué cosas nos despiertan esa emoción y demás. Entonces, es una emoción que se aprende, que se aprende en los primeros años de vida. La vergüenza como tal, como emoción secundaria o social, que decíamos, surge cuando hacemos algo, ocurre algo en nuestro entorno que pensamos que no debería de haber sido así, que no deberíamos de haber hecho. Es algo que deberíamos haber ocultado, que no debería haber sucedido y demás. Seguro que al hilo de estar mencionando esto, de estar definiendo la vergüenza, a muchas de las personas que nos estén escuchando se nos pasan por la cabeza un montón de situaciones en las que hemos experimentado vergüenza. Es cuando juzgamos que hemos hecho algo, que ha ocurrido algo que no debería de haber sucedido de esa manera. Es decir, que también entra aquí en juego una parte de juicio social, porque no es lo mismo que vaya andando yo por la calle y que me tropiece y no haya nadie, a que sea delante de mucha gente. Ahí es cuando aparece la vergüenza, es decir, cuando yo me expongo ante los ojos de los demás, ante esta parte de juicio social. Y además, es una emoción como bastante intensa, ¿verdad? Es como que nos embarga y como que nos sube por aquí arriba como calor. Hay personas que se ruborizan, que les aparece ese rubor facial, ese enrojecimiento, sudamos un poquito, nos ponemos un poco nerviosos. Y de hecho, fíjate como la vergüenza en muchos casos nos lleva a tratar de actuar como si eso no hubiese sucedido, ¿no? Como hacer que no ha pasado, que no ha pasado nada o disculparnos ante los demás, como que pase lo más rápido posible esto que ha sucedido. 

La Vergüenza en la Infancia: Influencias Culturales y Comportamiento Social

Jota: Totalmente, totalmente. Hay una cosa que, según estabas comentándolo, me ha venido a la cabeza y es pensando en los niños, que desde muy pequeñitos, no sé, si van por la calle con sus padres o lo que sea y alguien se acerca, como muy vergonzoso se esconden detrás o no quieren… No sé si esta parte de que ya se detecta en los niños, que a lo mejor no es vergüenza, pero que se ve que están ahí como más tímidos, yo creo que sí que debe ser vergüenza, que no se comportan igual cuando hay otras personas que cuando están con sus padres, que están más tímidos o que no hablan. Esto también ya es cultural, ya han aprendido que deben de tener o que no deben comportarse exactamente como lo hacen cuando están solos? 

Patricia: Claro. Y fíjate como aquí, muy probablemente, haya un componente cultural. Seguramente, dos niños de la misma edad en un ambiente como más colectivo, estas sociedades que viven más en tribus, por ejemplo, donde todos están muy interconectados, donde todos comparten espacio, donde todos comen juntos, duermen juntos y demás, este niño no va a sentir esa vergüenza social que mencionabas, como por ejemplo, sí que podría sentirla un niño de nuestra sociedad, de nuestro mismo marco cultural. Creo que aquí hay un componente cultural importante y que además ese niño del que hablabas, esto que es tan frecuente, que se ve en muchos niños, muy probablemente sea vergüenza y también, bueno, esté como, haya otra serie de emociones y de sensaciones detrás, como un poquito quizás de miedo, un poquito de desconfianza hacia lo desconocido. El hecho de que en determinadas edades en la infancia, el apego es mucho mayor con las figuras parentales y eso lleva como a desconfiar un poquito de los demás, a buscar la protección en los padres o las madres. Entonces, influye en varias cosas, pero sí, fíjate cómo ya desde niños vamos aprendiendo cómo tenemos que cambiar nuestro comportamiento en función de quién esté delante. 

La Función de la Vergüenza: Protegiendo Nuestra Integración Social

Jota: Fíjate, siempre nos has comentado, hablando de emociones que tienen un sentido, que tienen una utilidad. En este caso, la vergüenza, ¿qué sentido tiene? ¿Para qué sirve sentir vergüenza? 

Patricia: Efectivamente, Jota, como todas las emociones, absolutamente todas, la vergüenza tiene una función y está aquí por algo. Y es porque nos ha ayudado a sobrevivir desde una perspectiva quizás más social. Es decir, sentimos vergüenza cuando, decíamos antes, hemos hecho algo que se considera como inadecuado o inapropiado para ese momento, para esa circunstancia. Claro, esto implica que hemos interiorizado una serie de normas y de reglas sociales acerca de lo que es apropiado y lo que no. ¿Por qué sentimos vergüenza? Es como una señal, como una especie de recordatorio del cuerpo de: ‘Ostras, no debería de haber hecho esto porque el riesgo que corro es el rechazo social.’ Y la supervivencia se ve favorecida cuando vivimos bajo unas condiciones de aceptación, de cooperación social, grupal y demás. Entonces, la vergüenza aparece como eso, como un recordatorio de: ‘Ten cuidado con lo que haces, no vaya a ser que te excluyan del círculo social y, por lo tanto, la supervivencia sea más difícil.’ Entonces, tiene esa función. Fíjate que curioso. 

Jota: Claro, sí, sí, sí. Fíjate, me imagino que el problema viene cuando la vergüenza se siente en momentos habituales y normales de la vida que no deberían provocarnos vergüenza. Y esto empezaría a ser un problema, ¿verdad? 

Patricia: Claro, efectivamente. La vergüenza como tal, como todas las emociones, no es algo a evitar ni es algo patológico en sí mismo que no debamos de sentir, sino que se convierte en algo ya sí problemático cuando es una emoción central en nuestro día a día, cuando aparece en situaciones en las que no debería de aparecer como tal. Y también cuando esto me lleva a yo dejarme arrastrar por esa vergüenza y, por lo tanto, a limitar mi vida y cada vez estrecharla más y más y más. Es aquí cuando efectivamente se convierte en un problema, claro. 

La Trampa de la Anticipación: Vergüenza y Miedo en Situaciones Cotidianas

Jota: Claro, comentabas antes el ejemplo de caerte, que puede ser un poco así, una situación un poco… que no debería hacernos sentir vergüenza. Cualquiera puede tropezar y caerse y que no estás haciendo daño a nadie, ha sido un tropezón. Pero eso a lo mejor no limita tu vida, porque no te estás tropezando a cada paso. Pero si te limita, por ejemplo, en un momento, en una situación en la que tú sientes vergüenza porque vas a una panadería y te sientes incómodo y empiezas a ruborizarte, como decías antes, a sudar y temblar por pedir una barra de pan, eso sí puede limitarte, el que dejes de ir a comprar el pan o que busques otras alternativas. Y esto sí empieza a afectar. ¿Por qué puede pasar esto? ¿Por qué puedes empezar a sentir vergüenza en momentos en los que no debería ocurrir? 

Patricia: Fíjate, Jota, que aquí está influyendo también mucho el miedo. Es como antes de enfrentarme a esta hipotética situación de tener que ir a la panadería a comprar el pan, yo ya estoy anticipando lo que me puede pasar. Yo ya estoy en mi cabeza formulando toda la película de cómo creo que se van a desarrollar los hechos cuando ya esté en la panadería. Estoy, digamos, como anticipando una situación de vergüenza y eso me genera miedo. La propia anticipación de la emoción me genera miedo. Entonces, lo que suele ocurrir es que yo evite esa situación. Pues le pido a mi madre o a mi hermana o a mi pareja que vayan a comprar el pan. Y claro, cuanto más voy evitando situaciones, menos experiencias de aprendizaje tengo. Es decir, al final no me expongo a la situación y entonces no puedo constatar que, oye, no pasa nada si titubeo o no pasa nada si me quedo en blanco o aunque sí que sea una situación desagradable para mí, puedo afrontarla y puedo acostumbrarme a ella. Es decir, el problema está cuando esto me lleva a ir evitando situaciones como tal. También otra parte que influye en todo esto, Jota, es como el propio juicio que yo tengo de mí misma, la percepción que yo tengo de mi imagen, de mi capacidad, de mis posibilidades y demás. Si yo tengo una imagen de mí misma como totalmente incapaz de afrontar determinadas situaciones, voy a imaginarme escenarios que sean avergonzantes para mí. Entonces, eso al final me va a llevar a lo mismo que es a evitar. O sea, que aquí hay un componente cognitivo, digamos, en el que influye mucho la imagen que yo tengo de mi misma, en lo que yo me permito mostrarme vulnerable, si yo me permito más bien mostrarme vulnerable ante los demás, las creencias o pensamientos que yo atribuyo a los demás, es decir, lo que yo creo que van a pensar de mí. Pero también, al final hay un componente más de conducta, de que si todo eso me lleva a evitar, es cuando se mantiene todo este bucle problemático. Porque si solo son pensamientos y yo no les hago caso y al final afronto la situación, esos pensamientos van a caer por su propio peso, porque voy a ver que si me pongo roja no pasa nada. Voy a comprobar que a la tercera vez me voy a ir poniendo cada vez menos nerviosa, no? Los pensamientos caen por su propio peso pero el problema está cuando yo ya empiezo a evitar todas esas situaciones. 

Semillas de la Vergüenza: Cómo Nuestros Pensamientos Alimentan la Inseguridad

Jota: Claro. ¿Y qué origina esto? ¿Cuál es la semilla que hace que en situaciones cotidianas y que yo no debería sentir vergüenza, hace que la pueda tener? 

Patricia: Pues como decía, creo que hay una parte importante del juicio que yo hago de mí misma y cómo atribuyo también estos pensamientos de las otras personas. Es que me van a ver como torpe, van a pensar que no sirvo, van a pensar que estoy haciendo el ridículo, que no debería de estar haciendo esto. Pero al final estoy atribuyendo a los demás todo eso, pero en realidad soy yo misma la que tiene esa idea de mí. Entonces, en general pues suele ser eso, los pensamientos, lo que yo me permito, el si yo me permito también fallar, el si yo me permito también hacer el ridículo y considerarlo como algo normal, que nos sucede a todos. 

Superar la Vergüenza: Afrontar y Exponerse a Situaciones Cotidianas

Jota: ¿Y cuál sería la forma de empezar a superar esta vergüenza? ¿Sería el afrontamiento, el exponernos a esas cosas habituales que no deberían darnos vergüenza? 

Patricia: Claro, efectivamente, Jota. En primer lugar, bueno, entender un poco también qué es lo que está pasando, ¿no? ¿Por qué está sucediéndome esto a mí? ¿Por qué estoy sintiendo vergüenza? ¿Por qué estoy empezando a evitar? Identificar también estos componentes que decíamos que influyen, la percepción que yo tengo de mí misma, el cómo atribuyo eso a los demás sin que necesariamente sea así, cómo eso me está llevando a evitar un montón de situaciones. El siguiente paso, entonces, una vez he identificado todo esto y una vez lo tengo claro, sería el exponerme a esa situación, es el ir afrontando. Oye, hay veces que necesitamos una serie de herramientas que nos acompañen en todo este proceso y para eso está la terapia, en muchos casos. Pero consiste en eso, voy a empezar a afrontar. A veces de una manera más gradual, voy a ir afrontando esos miedos poquito a poco. Hablo de miedos porque como decía, está muy ligado a la vergüenza, ¿no? Entonces, el ir afrontando este tipo de situaciones, porque implica poder exponerme a qué pasa como tal, ¿no? Poder exponerme a si el pensamiento que yo tenía es real, si luego es coherente con la situación en sí misma. Porque hay muchas veces que la vergüenza y el miedo nos llevan a sobredimensionar lo que pasará. Pero cuando yo luego estoy en esa situación, puedo ver que igual no es para tanto. Puedo aprender nuevas habilidades, puedo afrontar mis miedos y todo esto modifica también la percepción que yo tengo de mí misma. Es como, luego puedo hacer esta atribución de mérito, de logro, de jolín, venga, pues me he expuesto y he sido capaz de hacerlo. Al final, fíjate que cuando nos exponemos, cuando nos enfrentamos a estas situaciones que nos dan vergüenza como tal, eso termina generando también un cambio en la percepción de mi misma y, por lo tanto, va a ir facilitando el que mi sensación de vergüenza, mi sentimiento de vergüenza, pues vaya siendo cada vez más ajustado a la realidad como tal y eso no me frene en mi día a día. 

Sinvergüenzas: Comprendiendo la Ausencia de Vergüenza en Algunas Personas

Jota: Luego, ¿hay gente que no tenga vergüenza, que no sienta esta emoción y que sean unos sinvergüenzas? 

Patricia: Claro, y seguro que aquí también, Jota, se nos ha venido a todos a la cabeza alguna persona conocida que tiene como mucho desparpajo, que parece que no tiene ese punto como de timidez. Bueno, no creo que no existan las personas que no sienten vergüenza, sino que la sienten, bueno, que no es una emoción quizás tan central, tan principal, o que las situaciones que les movilizan vergüenza son muy diferentes al resto de personas. Claro, fíjate que empezábamos hablando de la vergüenza y decíamos que la vergüenza se aprende, que yo en base a ver cuándo los demás sienten vergüenza, ya aprendo que eso es un motivo de vergüenza y que entonces no debo comportarme de esa manera. Claro, como es algo aprendido y nuestra primera fuente de aprendizaje es la familia, junto con un poquito más después el colegio, pero en un primer momento la familia. Yo experimentaré vergüenza en función de lo que he visto. Por eso hay personas que tienden a no sentir una vergüenza, quizás como más generalizada o más pública, porque no lo han aprendido sencillamente de esa manera y les da vergüenza a otro tipo de cosas. O también influye, como decíamos antes, la imagen que tengo de uno mismo. Quizás también influye aquí mucho lo que se permiten a ellos mismos, de: ‘Oye, si hago el ridículo, me río y me parece gracioso y no pasa nada y me lo permito.’ Influye esta parte de flexibilidad, de tener una visión mucho más simpática y mucho más compasiva de uno mismo y de las otras personas también. 

Normalizar la Vergüenza: El Poder de Reconocer Nuestros Errores

Jota: Y en estos momentos en los que sentimos vergüenza, ¿es mejor hacer lo que comentabas antes, que es escapar de esa situación rápidamente o enfrentarte a ella, incluso decirlo: ‘¡uy, qué vergüenza me está dando’, o: ‘me estoy poniendo nervioso’, yo qué sé, decir algún comentario? ¿O cómo sería mejor actuar en esas situaciones? 

Patricia: Fíjate que cuando, jo, que si es porque me he tropezado en el metro y corriendo me levanto y demás, bueno, igual eso no tiene mucho impacto en mi día a día. Pero en situaciones en las que sí que pueda tener un poquito más de impacto, como por ejemplo, estoy dando una clase o dando una charla y me confundo o me desvío mucho de tema o este tipo de situaciones que pueden darse. Si yo trato de hacer como si no pasase nada, es como que le estoy como dando la razón a mi cabeza, de: ‘Ostras, como ha sucedido esto no debería haber sucedido bajo ningún concepto, entonces tenemos que taparlo, tenemos que hacer como que no pasa nada’. Entonces, esto está dificultando el que yo me permita a mí misma que me haya confundido varias veces en la exposición o en la charla. Le estoy dando la razón a ese juicio. Y esto lo que va a hacer es que cada vez que me suceda algo similar, pues me genere muchísima vergüenza y trate de evitarlo y al final me genere como ese miedo a que suceda. En cambio, si actuamos desde la otra alternativa que planteabas, desde un incluso normalizarlo, decirlo: ‘¡Jo, qué vergüenza!’, o: ‘Me estoy poniendo nerviosa con esto’, y permitir que los demás vean que me he confundido, lo que le estoy diciendo a mi cabeza es: ‘Oye, bueno no pasa nada, no pasa nada porque me haya confundido, está bien’, o: ‘Está bien que me permita sentir vergüenza, está bien que se lo nombre a los demás porque todos sentimos vergüenza o porque todos nos equivocamos, porque todos metemos la pata’. Es un mensaje mucho más amable hacia nuestra mente, que va a facilitar mucho las próximas veces, el cómo voy a gestionar cuando me vuelva a confundir en otra situación, va a hacer que no tenga miedo a esa situación, porque si me confundo, pues me confundo y no pasa nada. Y seguro que los demás lo entienden y la siguiente vez será mejor. Entonces, fíjate cómo, el cómo gestionamos esa vergüenza es muy importante de cara a las siguientes situaciones, a la imagen que tenemos de nosotros mismos, a la creación de otros miedos y demás. 

Jota: Totalmente, totalmente. Yo creo que hemos sacado, extraído un montón de información. Me parece que el punto clave aquí está en que no nos limite la vida y ahí empezar a trabajar, si eso está ocurriendo. Y en ese caso, actuar o incluso pedir ayuda, yendo a terapia, para evitar tener esas situaciones limitantes en nuestra vida. Y si no, ponernos un poquito rojos de vez en cuando, por algún tropezón, no pasa nada. 

Patricia: Efectivamente, Jota, como siempre decimos cuando hablamos de alguna emoción, es que forman parte de la vida, es que tienen una función y todos, absolutamente todos, la sentimos, aunque sea en situaciones diferentes. Entonces, vamos a permitir que esté ahí, vamos a reírnos un poco de nosotros mismos y oye, si nos cuesta mucho, mucho, mucho, mucho hacerlo y esto nos hace sentir mal, vamos a terapia, vamos a trabajarlo y ya está. 

Jota: Genial. Muchísimas gracias, Patricia, por otro día aprendiendo un poquito de salud mental y espero verte pronto en otro capítulo. 

Patricia: Igualmente, Jota. Gracias a vosotros y un abrazo. 

Jota: Chao, chao.

Patricia Martinez Psicóloga Online

Autor: Patricia Martínez

Psicóloga Psicóloga General Sanitaria con experiencia de trabajo en población infanto-juvenil y adulta.
Supervisora de casos y apoyo del equipo de POA.
Puedes ver su perfil en este enlace.