La sensibilidad al sonido es uno de los muchos problemas sensoriales que afectan a una persona cuyo cerebro con TDAH lucha por filtrar la información de los sentidos irrelevante para enfocar sólo los detalles y la información que importa.
Si bien no todas las personas con este trastorno tienen sensibilidad al sonido y no todas las que tienen sensibilidad al sonido tienen TDAH, el problema sensorial con frecuencia es comórbido. Las personas que padecen este trastorno con frecuencia experimentan angustia debido al sonido cuando éste es abrumador y causa una incapacidad para estar concentrado, lo que por lo general conduce a una mayor angustia y ansiedad.
Cuando una persona tiene tanto sensibilidad al sonido como TDAH, cada condición es aún más difícil de tratar. Si estos sonidos desencadenan dolor físico o emocional, es mucho más complicado atenuar estos sonidos y centrar la atención en la tarea que están realizando.
Índice
Los distintos tipos de sensibilidad al sonido
La sensibilidad al sonido es frustrante porque los sonidos específicos que la desencadenan son casi siempre ordinarios e inofensivos: la respiración de las personas, el golpeteo del teclado, el movimiento de los limpiaparabrisas, el funcionamiento de los motores de los coches, el zumbido de los electrodomésticos.
Se manifiesta de tres formas principales: hiperacusia, misofonía e hipersensibilidad. Es posible que tengas problemas con una sola o con una combinación de dos o tres.
En el caso de la hiperacusia, estos sonidos inocuos llegan a provocar un dolor físico en los oídos, cuya intensidad aumenta en función del volumen del sonido. Por otra parte, la misofonía desencadena una reacción emocional intensa, incluso violenta, que sabes que es totalmente innecesaria.
Con la hipersensibilidad general, no tienes necesariamente dolor, pero eres demasiado consciente y te distraes fácilmente con cada pequeño sonido de tu entorno. Son ruidos que las personas sin TDAH o sin problemas sensoriales generalmente no perciben.
¿Cómo afecta la sensibilidad al sonido?
“En mi caso, el problema es la hipersensibilidad y la misofonía. Soy muy consciente del silencioso zumbido de mi ordenador, de los coches que circulan por la calle, de los crujidos aleatorios de la casa y del tictac del reloj en el dormitorio de arriba. Estos sonidos no me molestan, pero me impiden pensar y me dificultan concentrarme en mi trabajo”, dice Rachael Green escritora sobre salud mental y tiene una doble titulación en Literatura Inglesa y Antropología por la Universidad de California, Riverside.
Lo que desencadena la misofonía en Rachael son los sonidos que clasifica como “sonidos de la boca húmeda”: una persona masticando comida húmeda o sorbiendo líquido, un perro lamiéndose o sorbiendo agua de un cuenco. “No podrían ser más inofensivos ni ordinarios, pero cada vez que uno de ellos llega a mis oídos me dan ganas de arrancarme la piel o clavarme un punzón en los tímpanos”, comenta.
“Pero por lo ordinarias que son, sé lo irracional que sería obligar a una persona a dejar de comer o retirar el cuenco de agua a un perro. Es una tarea monumental vivir con ello. Resulta casi imposible escuchar lo que me está diciendo una persona si me está hablando mientras está comiendo, lo que hace que la actividad estándar de una cita para cenar juntos sea un imposible”.
¿Cómo gestionar la sensibilidad al sonido?
Las mejores opciones dependen de si estás tratando con hipersensibilidad, misofonía o hiperacusia. A continuación, te ofrecemos una serie de recomendaciones que pueden ayudarte con una o varias de estas afecciones.
Poner música o televisión para ahogar los sonidos desencadenantes
El volumen no es un problema en el caso de la misofonía, por lo que una forma de manejar un sonido desencadenante es cubrirlo con algo que no te moleste.
Ver la televisión (y subir el volumen) durante las comidas para enmascarar los sonidos de la masticación y la deglución. Poner música en el coche para ahogar el sonido del motor. Colócate unos auriculares para escuchar música o un podcast mientras pasas la aspiradora o la fregona.
Invierte en un buen par de auriculares con cancelación de ruido
Dado que muchos de los sonidos que desencadenan la sensibilidad acústica son frustrantemente cotidianos, una de las mejores maneras de sobrellevar la vida diaria es llevar siempre un par de auriculares con cancelación de ruido.
Pedir a tus compañeros de trabajo que salgan de la oficina mientras almuerzan quizás no sea un ajuste razonable para tu discapacidad, pero escuchar música en tus auriculares mientras trabajas para silenciar el sonido sí debería serlo.
Para las personas con hiperacusia, el uso de auriculares con cancelación de ruido (sin música) es una buena forma de amortiguar los ruidos externos lo suficiente como para que no parezcan dolorosamente fuertes y poder seguir oyendo a las personas que te hablan.
“No sólo silencian los sonidos que provocan, también los ruidos ambientales aleatorios que desvian fácilmente mi atención del trabajo. Es como instalar manualmente un filtro para compensar la incapacidad de mi cerebro de filtrar la información sensorial”.
– Rachael Green
Usar un audífono
Si los auriculares con cancelación de ruido en el trabajo no son una opción, también puedes probar con audífonos. Muchos diseños permiten ser programados de forma selectiva para filtrar los ruidos de fondo sin bloquear todo el sonido.
Esto ayuda en gran medida si tienes hipersensibilidad, hiperacusia u otros trastornos del procesamiento auditivo que te dificultan el bloqueo selectivo de ciertos sonidos a la vez que te concentran en otros, como, por ejemplo, escuchar la historia de un amigo mientras bloqueas el tintineo de los vasos y la charla de fondo en el bar.
Encuentra la música adecuada para trabajar o estudiar
Dado que los sonidos agradables son capaces de enmascarar los sonidos desagradables o de distracción, escuchar música cuando necesitas concentrarte puede ser una estrategia útil.
El uso de la música para ayudar al cerebro a mantenerse en la tarea ha demostrado ser especialmente útil para las personas con TDAH.
Dicho esto, el cerebro con TDAH es un maestro de la distracción, y cierta música termina causando más distracción que los ruidos de fondo que enmascara, especialmente si se trata de esa canción que no puedes evitar cantar y tocar la guitarra cada vez que suena.
La música “adecuada” es, sin duda, una clasificación muy subjetiva: lo que a ti te ayuda a concentrarte puede poner a otra persona contra las cuerdas. Por ejemplo, esas grabaciones de ritmos binaurales de tres horas de duración que han demostrado ayudar a determinadas personas con TDAH a mantener la concentración para otras personas quizás solo sea un tipo de zumbido de un frigorífico amplificado.
Experimenta con diferentes géneros y tipos de música para encontrar algo que te haga sentir tranquilo, sereno y concentrado, a pesar de que no sea necesariamente lo que pondrías para bailar o escuchar activamente.
Respeta tu sensibilidad al sonido
Si te sientes abrumado, sal a la calle o coloca algo de distancia entre tú y el sonido desencadenante. En el caso de la misofonía, el sonido puede acercarte peligrosamente a estallar contra una persona a la que quieres y que, sinceramente, no está haciendo nada intencionadamente dañino.
En lugar de gritar a tu ser querido por estar cenando, sal a dar un paseo o busca otra habitación para terminar la comida. Vuelve cuando termine la comida. Es posible que no sea razonable estallar contra personas que realizan una actividad cotidiana inofensiva, como comer o respirar, pero sí es razonable abandonar la situación temporalmente para poder calmarte. Una vez que tus emociones estén calmadas, podrías ponerte unos tapones para los oídos o usar unos auriculares con cancelación de ruido y volver a la situación.
En el caso de la hiperacusia, busca alternativas más silenciosas para las necesidades diarias. Conduce un par de kilómetros más hasta la tienda de comestibles más pequeña y menos concurrida en lugar de hacer la compra en la tienda más grande que tiende a agobiarte. Busca bares o locales más tranquilos que ofrezcan asientos al aire libre donde puedas alejarte de la música y de las multitudes, pero seguir disfrutando de una noche divertida con tus amigos.
Es imposible evitar todos los sonidos o situaciones desencadenantes, pero si te adaptas a ellos y te das el espacio necesario para experimentar tus emociones sin reaccionar a ellas, te resultará más fácil luchar contra las situaciones que no puedes evitar.
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