Nuestra salud física y mental, nuestras relaciones y nuestra vida cotidiana resultan afectadas y desafiadas por la naturaleza omnipresente de los hábitos alimentarios desordenados. Cuando una persona manifiesta un trastorno alimentario, podría tener consecuencias para la salud, como daños cerebrales.
Las conductas alimentarias desordenadas afectan negativamente a la absorción adecuada de la nutrición; así, el cerebro no recibe los nutrientes que necesita para funcionar correctamente. Esto es especialmente preocupante en los adolescentes, ya que el desarrollo del cerebro tiene lugar hasta los primeros años de la edad adulta, lo que significa que podrían interrumpir importantes períodos de crecimiento.
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Trastornos alimentarios y daños neuronales
Científicos, médicos y psicólogos están descubriendo más sobre cómo afectan a nuestro cerebro los trastornos alimentarios como la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón. Aunque todavía queda mucho por aprender, está muy claro que el sistema nervioso de un paciente (que incluye el cerebro y los nervios) sufre un impacto negativo cuando tienen comportamientos restrictivos. Las investigaciones han descubierto que los trastornos alimentarios pueden causar
- Alteraciones en el comportamiento de los neurotransmisores (sustancias químicas que transmiten señales de un nervio a otro).
- Un mayor riesgo de que los adolescentes desarrollen síntomas neurológicos en la edad adulta temprana.
- Partes del cerebro sufren cambios estructurales y una actividad anormal durante los estados de anorexia.
- Reducción del ritmo cardíaco, que podría privar al cerebro de oxígeno.
- Afecciones relacionadas con los nervios, como convulsiones, trastornos del pensamiento y entumecimiento o sensaciones nerviosas extrañas en las manos o los pies.
- Una respuesta debilitada en las regiones del cerebro que forman parte del circuito de recompensa.
- Reducción del tamaño total del cerebro, tanto de la materia gris como de la blanca.
- Un efecto adverso en los centros emocionales del cerebro que pueden conducir a la depresión, la irritabilidad y el aislamiento
- Dificultad para pensar, cambiar de tareas y establecer prioridades.
¿Puedo mejorar?
Teniendo en cuenta todo lo que nuestro cerebro nos proporciona, investigaciones como éstas dan miedo. Sin embargo, hay esperanza en el hecho de que muchos científicos creen que al menos parte de lo que hemos perdido es recuperable. Organizaciones sanitarias como la Clínica Mayo o los Institutos Nacionales de la Salud tienen opiniones que varían sobre el tema, pero todas sostienen que la reversión del daño es alcanzable.
Los factores que pueden influir en la cantidad de daño revertido parecen incluir la duración y la gravedad del trastorno alimentario. Un paciente que sufre de anorexia o bulimia durante muchos años habrá acumulado más daño en el cerebro que alguien que encuentra tratamiento y recuperación al principio de la enfermedad.
Sin embargo, el tipo de trastorno alimentario no influye en los niveles de alteración neurológica ni en la cantidad de daño que es posible revertir.
Aprender más a través de la investigación
Un estudio de 2010 dirigido por investigadores de Yale demuestra el efecto nocivo de la alimentación restrictiva en el cerebro, así como la posibilidad de rebote.
El estudio, que fue publicado en la revista International Journal of Eating Disorders, comparó imágenes de resonancia magnética de pacientes femeninas con edades comprendidas entre los 18 y los 45 años. 32 de esas mujeres padecían un trastorno alimentario, mientras que 21 no padecían ninguna enfermedad psiquiátrica.
Todas las pacientes fueron sometidas a escáneres cerebrales antes de recibir el tratamiento de aumento de peso en régimen de internado. Una vez que alcanzaron el 90% del aumento de peso ideal en el tratamiento, fueron escaneadas de nuevo.
El volumen medio de materia gris de las mujeres con un trastorno alimentario antes del tratamiento era significativamente menor que el de las personas sanas, 648 mililitros frente a 680. Además, las que llevaban más tiempo luchando contra la enfermedad mostraban las mayores reducciones de volumen cerebral. Sin embargo, después del segundo escáner, la materia gris de los participantes con trastornos alimentarios aumentó hasta una media de 663 mililitros.
El impacto del trastorno por atracón sigue siendo incierto
Históricamente, los científicos, psicólogos y médicos se han centrado sobre todo en la anorexia y la bulimia. Sólo en los últimos años los expertos en trastornos alimentarios han ampliado el trabajo para comprender mejor las complejidades del trastorno por atracón. Con la reciente inclusión de dicho trastorno en el DSM-5, existe un mayor potencial para recopilar más datos sobre cómo la sobrealimentación a largo plazo afecta también a la función cerebral.
Darte tiempo
Estudios como el realizado por Yale son muy alentadores para los miembros de la comunidad de los trastornos alimentarios. Demuestran que el daño cerebral, al igual que otras alteraciones causadas por un trastorno alimentario, es reversible al menos parcialmente. Sin embargo, es importante recordar que la curación llevará tiempo. Esto en ocasiones es confuso para los pacientes que han dado pasos en el control de los hábitos alimenticios y del peso. Para ellos, esos pasos significan que están mejorando, pero ¿el cerebro no debería acompañarlos? En casos como éste, recuerda: el daño que el cerebro y otras partes del cuerpo sufren en el curso de un trastorno alimentario es grave. El proceso de recuperación, si bien es milagroso, no ocurre de la noche a la mañana.
Los investigadores que dirigieron el estudio señalaron que, aunque la materia gris del cerebro no estaba totalmente recuperada, creían que seguiría creciendo y podría normalizarse si los pacientes eran capaces de mantener el aumento de peso.
Terapia Online ¿La recuperación es posible?
Los trastornos alimentarios no tienen porqué ser permanentes. Con el tratamiento adecuado, la recuperación es posible. En Psicología Online Avanzada sabemos que a la mayoría de estos trastornos alimentarios les subyace una obsesión, para ello será necesario hacer ejercicios de parada, cambio y confrontación del pensamiento.
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