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Aprender a disimular
Una de las preocupaciones más comunes de la ansiedad social es el miedo a parecer ansioso frente a terceros: ¡estar ansioso por la propia ansiedad social! Por supuesto, no es sólo que aparezca un signo de la propia ansiedad, se trata de que éste sea seguido por una forma de evaluación o juicio negativo que puede exacerbar en gran medida la angustia producida en una situación social.
Naturalmente, en respuesta a esta amenaza percibida de juicio o rechazo social, es posible que empieces a desarrollar el hábito de tratar de ocultar o disimular todo signo de tu ansiedad que sea visible para otras personas.
Por ejemplo, si te preocupa que tus compañeros de trabajo se den cuenta que te tiemblan las manos, puedes intentar agarrar con fuerza la taza o el cuaderno para así disimular estos temblores. O, si te preocupa que tu voz o tu expresión facial delaten tu estado de ánimo ansioso, podrías inhibir o restringir tus interacciones o el contacto visual con terceros.
En última instancia, lo que suele ocurrir es un patrón de concentración y preocupación por vigilar todo signo de ansiedad que pueda estar presente y tratar de disimularlo como medio para evitar un resultado social temido. De hecho, los estudios demuestran que las personas con altos niveles de ansiedad social suelen sobrestimar el grado en que otros pueden observar los síntomas de ansiedad, así como lo críticos que serán con estos síntomas.
¿Intentar ocultar los signos de ansiedad es siempre una respuesta inadaptada? ¿En la antigüedad este comportamiento era de utilidad?
¿Ancestros socialmente ansiosos?
Desde el punto de vista de la evolución, hay indicios de que la autovigilancia y la ocultación de las señales de ansiedad podrían ser un mecanismo desarrollado para avanzar en los objetivos sociales y en la probabilidad de avanzar o dominar dentro de un grupo.
Por ejemplo, se ha observado que los chimpancés ocultan señales sociales de ansiedad, como ocultar la cara, cuando se acercan a un miembro más dominante del grupo.
Si estas señales de miedo se observan, podrían poner en peligro la pretensión de los chimpancés de obtener un estatus social.
Trasladando esto a los humanos, es posible que existan ciertas situaciones en las que es más adaptativo no mostrar señales de nerviosismo subyacente. El viejo adagio de la “cara de póquer” durante un juego en el que otras personas escudriñan tu comportamiento no verbal es ciertamente aplicable, al igual que lo sería que Jorge VI pronunciará un “Discurso del Rey” para inspirar a otros en tiempos de guerra.
En lo que respecta a la ansiedad social crónica, no es que ocultar los signos de ansiedad sea necesariamente inadaptado o patológico por sí solo, por el contrario, la preocupación y la autovigilancia de nuestra ansiedad durante una interacción aumentan la propia ansiedad. De hecho, esta práctica interfiere con los esfuerzos de conexión social y la imagen positiva propia.
Si quieres ampliar más sobre la Ansiedad, escucha este capítulo de nuestro podcast: #10 La Ansiedad – Podcast de Psicología Online Avanzada.
¿Inhibir la ansiedad es contraproducente?
Tratar de controlar e inhibir la ansiedad de esta manera no sólo es contraproducente y crea más pensamientos y sentimientos de ansiedad, también suele exacerbar los propios síntomas fisiológicos. Intentar agarrar un vaso de agua cada vez con más fuerza para evitar que otra persona observe el temblor probablemente provocará más temblores en comparación con aflojar y relajar el agarre con el tiempo.
En situaciones como ésta, ocultar las señales de ansiedad y los intentos de evitar las posibles consecuencias se convierte en algo desadaptativo.
En la terapia cognitivo-conductual (TCC) para la ansiedad social, se diseñan y llevan a cabo comportamientos que permiten dejar de lado los esfuerzos por controlar y ocultar la ansiedad y, en su lugar, absorber mentalmente la conversación o la actividad del momento.
De este modo, comprobamos si las consecuencias temidas realmente ocurren, o si es necesario ajustar nuestros pensamientos ansiosos y creencias subyacentes para que coincidan con las pruebas del mundo real.
Probar las aguas
Sabiendo que el patrón de enfocar y tratar de ocultar los signos de ansiedad social sólo exacerba el problema, el diseño de comportamientos alternativos como parte de la TCC ha demostrado ser una estrategia eficaz para romper este círculo vicioso de ansiedad.
Una forma sencilla de hacer esto es pensar en términos de un enunciado “si… entonces…. ” de lo que podría suceder si cambias este comportamiento.
Por ejemplo, “Si aflojo el agarre de la taza que sostengo cuando estoy ansioso, entonces mi temblor de manos quedará a la vista de otras personas en la mesa y pensarán que algo anda mal conmigo”. O: “Si miro a los ojos a terceros, entonces comprobarán lo nervioso que estoy y pensarán que soy débil”.
Luego, es necesario establecer un objetivo específico para procurar no enfocar o disimular el síntoma ansioso y, en cambio, centrar la atención en la conversación o la actividad del momento. De este modo, podrás comprobar realmente si:
- Tu ansiedad fue observada por otras personas.
- Si ocurrió la consecuencia o el juicio temido.
- Fuiste capaz de afrontar la situación con eficacia.
Cuando te animes a llevar a cabo este tipo de comportamientos alternativos, es importante que pienses que son sólo eso: comportamientos que debes realizar repetidamente para reunir una cantidad significativa de pruebas de las que finalmente sacarás conclusiones.
Con el tiempo, sigue creando oportunidades de aprendizaje adicionales para comprobar si te irá mal no intentar controlar u ocultar los signos de ansiedad y, en lugar de ello, practica el cambio de enfoque constante de la forma en que crees que te estás presentando y vuelve a centrarte en la persona, la conversación o la actividad que tienes delante.
Esto permitirá que disminuyan el miedo y la catástrofe de la ansiedad al ser observado y juzgado. Siempre puedes reservar la estrategia de ocultación para la próxima partida de póquer de alto nivel.
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